Opinión

Los romanos dejaron su huella por aquí

Las Borreas de Caldesiños presentan este aspecto en la actualidad;  abajo, el rio Camba formando una de las
photo_camera Las Borreas de Caldesiños presentan este aspecto en la actualidad; abajo, el rio Camba formando una de las

Entre los ríos Camba y Bibei se pueden hallar muchas novedades: los castaños más corpulentos y centenarios, las explotaciones mineras romanas a cielo abierto en esa casi recreación del gran yacimiento no muy lejano de Las Médulas, en este caso las llamadas Borreas de Caldesiños. 

Sorprenden en la llegada esas rojizas tierras que anuncian el gran yacimiento minero a cielo abierto, sobre todo viniendo desde la cercana Viana, a cuyo término pertenece el territorio que hoy vamos a recorrer, lleno de novedades. Estas tierras se hallan a una altitud media de 800 metros y tienen el privilegio de contar con los árboles más antiguos del país, los castaños más que centenarios, alguno de ellos que precisaría como de una docena de montañeros para abarcar su tronco, tal el de Seoane da Cima. Siempre sorprenden estos "soutos" que arrancan ya desde O Castro, Pixeiros, hasta el mismo Seoane por aquellas redondeadas tierras; también en las riberas de los regatos cuentan los  abedulares como dominantes entre la ripícolas especies arbóreas. Un regalo que encima acrecientan los caminos aunque hayamos de pisar asfalto en algún trance. Rutas que a veces no están señalizadas por lo que debemos fiarnos por el mapa o por el llamado track previo que hagamos

CALDESIÑOS-SOLVEIRA

Apeándonos de la A-53 en A Gudiña para enlazar hacia Viana 2 kilómetros, antes vamos a Caldesiños. Desde aquí tomaremos en dirección este por entre las callejas de la aldea, tocaremos la carretera vecinal para plantarnos, por camino de tiera en Seoane de Abaixo donde dos conocidos, ella madrileña y él peruano tienen una especial casa de turismo rural donde cada habitación sugiere un país, con piscina y caballos. Desde aquí, atravesada la calle tomaremos hacia el sur por camino amplio que luego se revierte en "corredoira" (amplio camino entre taludes o muros). Hay que ir atentos, pues debajo de la misma línea de alta tensión encontraremos ejemplares de castaños gigantes, que ahora en el deshoje conservan su belleza. Entre muros avistaremos al final la aldea de Solveira, que sorprende por lo que en la foto se muestra, como si imitasen constructivamente lo que El Bailarín hizo en A Veiga, una reproducción de la Sagrada Familia de Gaudí.

SEOANE DA CIMA Y EL CASTAÑO GIGANTE

No más de diez minuto para acceder por camino paralelo a la carretera, que por debajo va al otro Seoane, el da Cima, aldea de tan escaso vecindario que se diría deshabitada. Allí en dirección oeste pronto nos hallaremos los caminantes ante el mayor ejemplar pocas veces visto de castaño, que precisa de más de docena de montañeros para abarcarlo.

Continuamos por donde el camino indicado que nos lleva a Seoane de Abaixo en cuyos comienzos una señal indica que debemos ir  hacia Mosexos en una bajada, luego subida de un poco trotado camino de tan variado que a veces parece que no lleva a parte alguna cuando entramos en Mosexos, donde por carretera en dirección oeste hacia abajo, arribamos a la cercana Pinza; aun funciona una tienda-bar  que no se sabe si más tiene de una o de otro.

POR A PINZA-SAN CIBRAO

Como la señalización de estas rutas un tanto en precario hemos de seguir por plana pista térrea hasta el mirador de San Cibrao, que ofrece una panorámica sobre Viana do Bolo a los pies mismos de la desembocadura del Camba en el Bibei, que cuando el embalse del Bao que a ambos represa, si está a pleno, más que desembocadura son colas del embalse. Pasamos por A Touza en dirección Quinteliña desde donde comienza una hermosísima corredoira entre muros y empedrado camino, que en el llano menos, para desembocar en pradería donde, avistado el monte de la minería de as Borreas a occidente, debemos atravesar y embocar un amplio camino que en subida entre el abedular y la carballeira, a la vista ya del yacimiento 

EXPLOTACION AUREA ROMANA

Estas son las borreas de Caldesiños, unas rojizas Medulas en pequeño, explotadas por menos de un siglo, donde se practicaba sobre estos yacimientos secundarios de la era Terciaria la llamada "ruina montium", consistente en lanzar el agua, generalmente en tromba, hacia un pozo excavado verticalmente y sus laterales galerías. Esta agua producía el derrumbe de la montaña y su consecuencia de arrastres del mineral y lavado más abajo para extraer el oro por decantación, cuyas cantidades no se saben porque el yacimiento aún no está exhaustivamente investigado como su casi par de Las Médulas del Bierzo. Sí sorprende cómo se extraía el mineral pero más nos ha de sorprender cómo se nutrían las presas en la cima con aguas, las más próximas con el Camba a más de 50 metros de desnivel y el Bibei encajonado y también por debajo. Así que había que captarla a grandes distancias del rio Bibei con un sistema de canalizaciones que todavía están por estudiarse, porque no suponemos a los regatos que por allí discurren con caudal suficiente.

Las explotaciones auríferas romanas, que se intensificaron en tiempos del Imperio con Augusto y posteriores emperadores para nutrir el erario romano falto de oro para acuñar moneda, no partían de las catas que hacían los ingenieros romanos que acompañaban a las legiones, sino que los habitantes prerromanos del noroeste peninsular ya contenían en su ajuar ornamental y funerario piezas de oro, y es siguiendo este rastro que los conquistadores hallaron las minas y las explotaron a gran escala. La minería ya no contaba con mano de obra esclava, pasadas las guerras cántabras, así que debería nutrirse, amén de los técnicos con los damnatio minae (los condenados a las minas), los indígenas que pagaban su tributo por estos trabajos y gente más cualificada que era pagada, siguiendo el patrón de Las Médulas.

Dejada la explotación un camino nos sitúa de inmediato en Caldesiños, casi a la vera de la minería.

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