Opinión

Veinticinco kilómetros de montaña

Nos plantamos en la capital del concello de Entrimo conocida por  Terrachán, que debe ser pasada lateralmente a media distancia de la propuesta por lo que si los que la emprendan tienen la oportunidad de concluir cuando lleven poco más de la mitad del recorrido. Debe emprenderse siguiendo las indicaciones del mapa porque no es una ruta señalizada, aunque por tramos lo sea, pero como acaso queden restos de la señalización de la Camiñada no tendrás pérdida. Sube un tanto al principio y superado el km. 8 cuando se dirige a Pereira ya casi a la vista. Al bajar al río Agro por camino y sendero trialero, avista Terrachán. Aún no se agotan las sorpresas cuando abordamos el castro protegido en un ala por grandes penedos. Un castro muy particular que también nos habla sobre la belicosidad de aquellas gentes. El castillo a continuación y luego un recorrido precipitado por un cortafuegos nos deja en el bosque ripícola de Pacín, más adelante en las pozas y cascadas del río en Os Cirolos para a 15 minutos pasar bajo el dintel del pazo da Represa y Entrimo al lado.


Terrachán-Ferreiros-Pereira


Iniciamos la caminata a través de las estrechas callejas hacia el alto donde se halla Outeiro; si la hora no intempestiva puedes hallarte con Amadeo, activo edil, que incluso te podrá dirigir, aunque el trazado de cierta nitidez si se sigue al pie de la letra. Estamos ante una ruta a la que conviene prestar atención. Pasamos por los dos Ferreiros, la aldea da Cima y la de Abaixo. El puente poldrado del Agro nos introduce en un camino empedrado, y más adelante en una pista de esas impasables por su monotonía. Atravesamos la carretera que se muere en Pereira y otro camino de más grandes losas te deja en la que fue populosa aldea de Pereira, hoy venida a menos; aquel núcleo alimentado por la tienda de ultramarinos de los Ficheira, así llamados por el barrio, que tenían desde cereales, aceite o tejas, que incluso exportaban a las aldeas portuguesas limítrofes. La parroquial de San Facundo y su cruceiro nos traen a la memoria a Pepe Caín, un casi centenario, que curtido en la estiba en Lisboa, aun nonagenario iba a lomos de su burro por las cumbres de O Quinxo. Un hijo, José Alonso, hombre de fortuna en las antípodas, en memoria del padre haría una importante donación al santuario de A Peneda como consta en broncínea lápida.


Bouzadrago-A Quintá- Galez


Al final de la aldea, en dirección oeste un amurado camino nos llevará a Bouzadagro, que por el río Agro allí profundo lo de Bouza no se entiende muy bien. Atravesamos la asfaltada y donde una cabaña que más leñera señala que por allí una amplia de tierra te va transportando entre amuradas fincas pasando por caseta de piedra, al fondo del río donde ya se toma el sendero fluvial que nos transporta bajo un arco de la llamada Ponte Nova, por ser la más reciente del río, y por ladera inclinada debes extremar las precauciones para no salir rodando. Sendero gratificante cuando pasas a la vera de otro puente de románica factura, te adentras en el bosque de abedules, sauces y carballos que te dejan en el románico ponte de Cobas que se debe traspasar para enfilar a Terrachán donde debes caminar por las calles del perímetro este y sur hasta una ferretería. Desde aquí hay que afinar para ir enlazando caminos y pistillas asfaltadas hasta las varias aglomeraciones de Galez.


Castro-Castelo y Pazo


El paso por las callejuelas de Galez te dejará en Feira Vella, allí una casa de turismo rural y tres bares donde podrás comer el plato del día; desde aquí irás hacia el nordeste a Olín, que te obliga a ir por el asfalto de la que va al área recreativa de Pacín. En la primera, de tierra a derecha, junto al panel, tomas hacia los altos donde se afirma el recién excavado castro de Pía da Moura, en el que merece detenerse e introducirse en sus penedos que dejan espacio para el paso. Más arriba una bandera señala que allí el Castelo datado en la era de las guerras con Portugal. Castelo roquero del que algunos sillares y que invita por rudimentaria escalera de trancos a subir al penedo más alto.

El camino sigue y cuando empalma con otra pista se debe tomar a izquierda, bajar por cortafuegos, introducirnos en el bosque de Pacín, pasar puente de madera que te da entrada a las presas, cascadas, pozas de los llamados Cirolos, que incluso a paseantes de montaña invitan al baño.

Desde Os Cirolos salimos a carretera, y a menos de 100 metros, una rectilínea pista de tierra te lleva a Casal, pasarás bajo el dintel del deteriorado pazo y te introducirás en el último bosque de pinos que te deja en el lugar de partida.

Te puede interesar