Opinión

El laboratorio demográfico

Con la crisis económica en remisión pero marcando todavía el pulso de este país, Ourense continúa recibiendo mensajes, en forma de estadísticas, sobre la naturaleza de su verdadera crisis, en realidad la madre de todas sus crisis: la demográfica. Cierto es que no se trata de un problema exclusivo de esta provincia, pero sí reúne en ella todos los síntomas, todas las secuelas y, en definitiva, el diagnóstico perfecto para ensayar el tratamiento y tratar de revertir la crisis en oportunidad.

El problema indisimulable de esta provincia es su histórica sangría poblacional y la oportunidad está en convertir la provincia en un “laboratorio de ideas” para coagular una herida que amenaza con desangrar a toda Europa, empezando por los territorios de interior como el nuestro. 

Los datos son más contundentes que la sensibilización ciudadana y, por supuesto, que la acción de los gestores políticos. El 90,2% de los municipios ourensanos presenta un comportamiento demográfico regresivo en lo que va de siglo; 24 de los 92 concellos están en “riesgo de extinción”; los 50,27 años de media de la población nos convierten en la provincia más envejecida de España; la tasa de hijos por mujer (1,03) es la segunda más baja del Estado, lejos de la de reposición que se sitúa en 2,1, y en 49 concellos el 40% de sus habitantes son mayores de 65 años, cuando lo recomendable es que el porcentaje sea del 15% para garantizar el futuro. 

Ourense, no nos cansaremos de repetirlo, no puede esperar más. Resulta suicida hacerlo. Las promesas del tan cacareado reequilibrio territorial, que nunca se concretan en estrategias sólidas y mucho menos en partidas presupuestarias resolutivas, se repiten como un mantra que no aporta remedio alguno a la peor pérdida que podemos soportar, la de nuestros hijos.

 Ha llegado el momento de despertar, de tomar conciencia del drama y de exigir que se pague de una vez la deuda histórica con una tierra rica en recursos naturales, como ya apreciaron los romanos, y talento que emigra por falta de oportunidades y sin embargo enriquece otros lugares donde se las ofrecen. Es hora de que lo sepan en Santiago, en Madrid y en Bruselas porque como nos ven, pueden verse a sí mismos si no media una acción común.

El Comisionado del Gobierno para el Reto Demográfico creado el 27 de enero de 2017 y que dirige la ourensana Miri Barreira, todavía no ha concretado sus líneas de actuación, y otras provincias con mejores datos, aunque también alarmantes, han levantado la voz para posicionarse. En Teruel funciona la plataforma “Teruel Existe” desde finales de 1999 para frenar una despoblación a un ritmo parecido al de Ourense.

A principios de mayo se movilizaron por las calles de Zaragoza e incluso llegaron a realizar una huelga general en la provincia con un alto índice de participación. En el año 2001 se creó la plataforma “Soria ¡Ya!” para reivindicar la carencia de infraestructuras y acelerar las obras de la Autovía del Duero. Estos días acaba de constituirse “Cuenca Ahora” con el objetivo de “aglutinar voluntades sin representar a ninguna fuerza política” para combatir la despoblación.

Es el momento de que la sociedad civil también se aglutine aquí en un frente común, ajeno a ideologías políticas y con una única militancia: Ourense. Existe acuerdo en el diagnóstico y en que la medicina requiere una estrategia multidisciplinar; también en que Ourense, al margen de necesitarlo más que nadie, es el escenario perfecto para ejercer de laboratorio de ideas, de proyecto piloto, de campo de ensayo desde el que probar y lanzar la estrategia que enseñe al resto de Europa el camino para neutralizar la desertización de gran parte de su territorio. Nadie puede discutir nuestro liderazgo en esto de la crisis demográfica. Cabe exigir a nuestros políticos que hagan de la necesidad virtud y exijan a su vez que Ourense sea el primer paciente voluntario de ese tratamiento experimental que urge inventar. ¿A qué esperamos para exigirlo? Nos sobran los argumentos.

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