Opinión

La educación, arma de futuro

Algo está cambiando en la forma de hacer las cosas y se empieza notar. El hecho de que el Ministerio de Educación y las comunidades autónomas hayan llegado a un acuerdo para reformar las reválidas y dejarlas sin efectos académicos puede ser la primera piedra de un futuro pacto para la educación, el cual ha sido una de las grandes asignaturas pendientes de la democracia.

Según el principio de acuerdo alcanzado en hora y media -una de las reuniones más rápidas y constructivas que se recuerdan, entre los representantes del Gobierno y las comunidades autónomas- a partir de ahora las evaluaciones finales de primaria y ESO serán muestrales (no estarán obligados a ellas todos los alumnos) y de diagnóstico; y la de Bachillerato, que servirá para entrar en la Universidad, será similar a la Selectividad y acordada entre las comunidades y las universidades.

La polémica reválida se da por enterrada apenas siete meses después de su entrada en vigor y con ella se liquida uno de los principales motivos de confrontación en materia educativa de los últimos tiempos. La realidad, tal como se ha comentado, es que no ha habido en el último lustro una Conferencia Sectorial de Educación que no haya acabado como el rosario de la aurora.

Primero con José Ignacio Wert y después con Íñigo Méndez de Vigo, "las reuniones del Gobierno con los representantes educativos de las comunidades autónomas han estado repletas de críticas, reproches, objeciones, desencuentros y incluso estampidas", se decía estos días en los periódicos.

Y efectivamente, eso fue así hasta el lunes donde el Gobierno y las autonomías firmaron la paz en un tema tan complejo y polémico como las reválidas. No sé yo si la cosa será como para hablar de "pax educativa" pero desde luego lo que no habrá ahora son consejeros que se declaren insumisos o se nieguen a hacer los tipos de pruebas académicas que se incluyan en la ley nacional.

El ministro de Educación -ahora también portavoz- se puede apuntar un buen tanto y el acuerdo es también un gesto con el que se visualiza claramente que, sin mayoría absoluta, el Gobierno de Mariano Rajoy no tendrá otra opción que llegar a pactos y si se trata de una cuestión tan importante como la educación... miel sobre hojuelas. Aunque es cierto que la mayoría de siete leyes de educación aplicadas en nuestro país desde la Transición fueron las propuestas por el Partido Socialista, la falta de consenso ha provocado siempre serios enfrentamientos no sólo entre los partidos políticos sino también entre la comunidad educativa, los padres, profesores y alumnos. Ahora hay una oportunidad de dar la vuelta a esa cuestión y hay que aprovecharla sin tiempo que perder.

Todo el mundo está de acuerdo en que es necesario hacer un gran pacto para la educación que, entre otras cosas, sirva para desprendernos del farolillo rojo de tener una tasa de repetición entre las más altas del mundo o que algunas de nuestras universidades estén en el ranking de las mejores o para que los conocimientos académicos de nuestros alumnos tengan una relación directa con las futuras necesidades laborales de nuestro país.

La educación es y seguirá siendo un arma de futuro y si al menos en dos ocasiones en todos estos años -una con la ministra del Pilar del Castillo (PP) y otra el ministro Ángel Gabilondo (PSOE)- estuvo a punto de conseguirse un gran pacto, truncado siempre por la cercanía de unas elecciones, tal vez ahora sea el momento de intentarlo en el arranque de una legislatura donde o hay consenso en los temas fundamentales o no habrá legislatura. Si lo ocurrido en la reunión sectorial se puede trasladar a un gran pacto mucho más amplio, se habrá dado un paso de gigante y el tema merece la pena. ¡Ojalá no se quede todo en un trampantojo!

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