Opinión

Las orejas del lobo

En el ágora, el grueso de los diputados socialistas se reserva las críticas a la política del Gobierno que preside Pedro Sánchez en relación con los independentistas catalanes. Prima en ellos el patriotismo de partido -un sentimiento discutible tratándose de una organización democrática-. Aún así por boca de algunos de los asistentes a la última reunión del Grupo Parlamentario Socialista hemos sabido que hay un malestar de fondo que va más allá de las discrepancia en razón de la conocida pugna entre "sanchistas" y "susanistas".

Soraya Rodríguez o José María Barreda, ex presidente de Castilla-La Mancha, han hablado. Y lo han hecho para señalar a Cataluña y peguntar por lo ocurrido en Andalucía. Que es tanto cómo preguntar por las políticas de Sánchez. El relámpago que ha incendiado el panorama procede del resultado de las elecciones andaluzas. Perder el poder en la comunidad en la que el partido ha gobernado durante treinta y seis años va a ser un golpe durísimo. De poco o nada vale el patético intento de Susana Díaz de aparentar que han ganado los comicios y que va a intentar formar gobierno. ¿Con quién? PP y Ciudadanos tienen ya hasta los planos para entrar en Canal Sur, el faro que la Junta puso al servicio exclusivo y excluyente de sus intereses pasando por encima del imperativo de imparcialidad al que están obligados todos los medios públicos de comunicación. También TVE. 

Susana Díaz pierde, pero en el partido son muchos los que tras analizar los resultados (los pueblos y los barrios de las capitales que les han dejado de votar), han llegado a la conclusión de que no han sido tanto las políticas de la Junta como los tratos de Pedro Sánchez con los golpistas catalanes el motivo por el cual miles de electores les dieran la espalda el pasado día dos de diciembre. Ya digo que algunos de los diputados a los que impone poco el escaso perfil político de Adriana Lastra, la portavoz parlamentaria, declaran su malestar. Quienes también lo hacen abiertamente son algunos de los barones. Sería el caso del aragonés Javier Lambán, que por derecho tilda de fascista a Quim Torra y añade que ningún constitucionalista debería sentarse un minuto con los independentistas. Mensaje para Pedro Sánchez y crítica a la estrategia de "desinflamación" y rechazo a quienes defienden la "vía eslovena". También es conocida la posición crítica respecto de la política del Gobierno con Cataluña de otro de los barones, Emiliano García Page, presidente de Castilla-La Mancha. La cercanía de las elecciones de mayo está aflorando las tensiones internas. Al analizar lo sucedido en Andalucía le han visto las orejas del lobo.

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