Opinión

El azar y la necesidad

Uno de los síntomas de que se puede estar ante un fin de ciclo político es que las ocurrencias comienzan a proliferar provocadas por la presión de los socios competidores y el deseo de acabar la legislatura para ganar tiempo y resolver una serie de problemas que permita al PP presentarse a las próximas elecciones generales con algunas bazas bien ganadas que sirvan para que los indecisos y quienes están dispuestos a abandonar a su partido de toda la vida vuelvan a confiar en él y no se dejen seducir por cantos de sirena.

En efecto, el PP se mueve entre el azar y la necesidad, que diría Demócrito, para lograr aprobar los Presupuestos Generales del Estado que ayer entregó el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, para que comience su debate parlamentario. 
El Gobierno de Mariano Rajoy tiene la necesidad de que las cuentas públicas acaben siendo aprobadas a mediados de junio. Solo así podrá llegar hasta 2020 y completar más o menos la  legislatura, que es uno  de sus mayores intereses para dar sensación de estabilidad. Una  impresión en la que se han esforzado todos los presidentes del Gobierno hasta la fecha, que se han mostrado muy remisos a dar por finiquitada una legislatura antes de haber cumplido al menos tres años. Las cuentas públicas de 2018, abren la puerta a su prórroga en 2019 y a la convocatoria electoral en los primeros meses de 2020.

Además el Partido Popular necesita tiempo para la recomposición ideológica después de que Ciudadanos le haya arrebatado algunas de sus banderas tradicionales, cuestiones en las que han comenzado a trabajar después de la tendencia que marcan las encuestas del ascenso imparable de los liberales de Rivera, y de la que se escribirá el primer capítulo en la Convención Nacional del próximo fin de semana en Sevilla, con la finalidad de acentuar el perfil social del partido. Sin embargo, el proyecto de PGE presentados desmiente una parte del discurso, porque no se puede al mismo tiempo seguir bajando el déficit público para cumplir con el Plan de Estabilidad impuesto por Bruselas y aumentar el gasto en políticas sociales.
Para cumplir el primer propósito de Rajoy que es acabar la legislatura, necesita el apoyo de Ciudadanos, que ya está hecho aunque haya rebajado sustancialmente sus peticiones, el de los partidos satélites en el centro derecha, de los nacionalistas canarios, además del que de proporcionar los cinco diputados PNV, que sigue encastillado en la reversión del artículo 155 en Cataluña para empezar a negociar. 

Y es en este punto donde el PP comienza a conjugar la necesidad con el azar. Puesto que el apoyo del PNV es muy oneroso y causa contradicciones en Ciudadanos el PP repite la ocurrencia de que sean cinco diputados socialistas “elegidos al azar” quienes voten los PGE, para que el Gobierno no se vea sometido al chantaje del PNV, aunque ya hay sustanciales partidas presupuestadas en infraestructuras para el País Vasco. Que políticos avezados como el vicesecretario popular, Javier Maroto, recurran a la aprobación de los PGE por el método del azar cuando las cuentas públicas suponen el marco económico de una concepción del país es una broma de mal gusto que invalida a quien la propone. “Una frivolidad”, que dijo Pedro Sánchez. 

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