Opinión

Fiesta nacional

Parece evidente que los "holligans" que asisten a los desfiles con motivo de la Fiesta Nacional en Madrid y que abuchean a los presidentes del Gobierno cuando son socialistas profesan ideologías distintas pero sobre todo que carecen del más mínimo respeto por las instituciones de todos. Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y ahora Pedro Sánchez han sufrido insultos por parte de personas que han sido especialmente seleccionadas para asistir a las tribunas de invitados, mientras que los presidentes populares son acogidos con aplausos. La conclusión está clara pese a que cada vez más las Fuerzas Armadas están integradas por personas que proceden de todas las clases sociales, y que son una de las instituciones más valoradas por el conjunto de los españoles.

Flaco favor hace a la consideración de las instituciones el presidente del PP, Pablo Casado, cuando afirma que no se alegra de los abucheos, pitos e insultos de los asistentes a la llegada de Pedro Sánchez, y a la salida del desfile de todos los miembros del Gobierno, pero que entiende que haya “bastante cabreo” en la calle contra Pedro Sánchez al que han llamado "okupa" y traidor y le han demandado la celebración de elecciones generales. Es muy posible que si en los años de Mariano Rajoy al frente del Ejecutivo se hubiera invitado a presenciar el desfile a pie de calle a víctimas de los recortes en educación y sanidad, dependientes en espera de calificación, trabajadores despedidos, desahuciados de sus viviendas y otros afectados por los recortes, probablemente hubieran tenido el mismo comportamiento irrespetuoso de quienes han abucheado a Pedro Sánchez. En estos casos hacer un ejercicio de comprensión es animar a que vuelvan a producirse cuando la obligación del líder de la oposición es la de prestigiar las instituciones que algún día espera asumir y gobernar y contribuir a generar crispación.

Las expresiones de "traidor" dirigidas a Pedro Sánchez, sin duda referidas a su actuación sobre el expediente catalán y su resistencia a aplicar de nuevo el artículo 155 de la Constitución para intervenir la autonomía catalana, responden también a la concepción de que solo con "mano dura" se pueden resolver problemas de índole política, cuando las políticas -o inacción- aplicadas durante los últimos seis años han contribuido a que el independentismo creciera de manera exponencial.

Pedro Sánchez ha restado importancia a los abucheos recibidos en los corrillos que se han formado durante la recepción ofrecida por los Reyes en el Palacio Real. Aunque en ocasiones la Casa del Rey ha tratado de que no se produjeran declaraciones de los líderes políticos asistentes a esos actos para no restar relevancia a las celebraciones, estos son incapaces de resistirse a comentar la actualidad del día pese a que al día siguiente seguirán teniendo todos los altavoces de siempre a su disposición.

Los actos conmemorativos de la Fiesta Nacional han tenido las mismas ausencias de siempre, la de los presidentes de comunidades autónomas con sello nacionalista. Un desacato simbólico contra el que poco se puede hacer -como contra la reprobación del rey Felipe VI por el Parlament catalán- pero que, en sentido contrario no hace sino poner de manifiesto que forman parte del Estado del que quieren separarse sus líderes políticos, que no sus ciudadanos.

Te puede interesar