Opinión

Frío no, congelado

Las relaciones entre Mariano Rajoy y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, nunca han sido un camino de rosas. El presidente de Ciudadanos está dispuesto a hacerse con la primogenitura del centro derecha y ve que ahora es el momento. La debilidad del PP se hace cada vez más evidente en distintos campos y tras las elecciones catalanas y las encuestas que apuntan a que Ciudadanos habría dado el sorpasso al PP y al PSOE de la misma tacada no ha hecho sino empeorar las relaciones y aumentar los recelos.

En las circunstancia actuales, con un acuerdo firmado entre PP y Ciudadanos para permitir la investidura de Mariano Rajoy, el partido naranja lleva las de ganar. Lo escrito negro sobre blanco es lo que cuenta y la intrahistoria de esas negociaciones carece de valor ante el contrato firmado. Y ahí se dicen muchas cosas de las que el PP se arrepiente y ya dio muestras de no quererlas cumplir o de tomarlas a beneficio de inventario cuando han aparecido en el debate político.

Ciudadanos pone como condición para firmar su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado la dimisión de la senadora por Murcia Pilar Barreiro, investigada en la trama Púnica, y el PP se resiste a pedirle el acta o que se pase al Grupo Mixto.  La presión de Ciudadanos con la corrupción se ha hecho tan intensa como la actividad judicial. Ciudadanos se cobró una pieza de caza mayor con el presidente de la Comunidad de Murcia Pedro Antonio Sánchez y ahora pretenden cobrarse otra. Es el precio de su apoyo. Pero la pieza que busca Ciudadanos es Mariano Rajoy y hacer valer el acuerdo sobre la limitación de mandatos. Todavía es pronto para saber cómo acabará ese envite. Por lo pronto la pesca en el caladero del PP le está siendo provechosa. También en el del PSOE.  

La iniciativa del Gobierno para anular la sesión de investidura, de la que tuvo conocimiento Pedro Sánchez pero no Rivera, que se ha desentendido del varapalo del Consejo de Estado al Gobierno, aunque mantiene el apoyo contra todo lo que impida la vuelta del proceso secesionista, y su oposición a ceder un diputado al PP para que tuviera grupo propio en el Parlament, han sido las dos gotas que han  terminado por “congelar” una relación que ya era suficientemente fría, ha dicho el “número dos” de Ciudadanos, José Manuel Villegas.  Los de Ciudadanos, además presionan con la celebración del estado de la Nación más que para hacer oposición para presentar sus cartas credenciales.

Para el PSOE, el PP y Ciudadanos son “socios competidores”, y para el PP el partido de Rivera es una clan de oportunistas y de veletas que cambian de opinión según sus conveniencias y que mantiene una actitud muy distinta en sus apoyos al PSOE en Andalucía y al PP en Madrid y otra comunidades autónomas, donde es un socio muy estricto. Ciudadanos entre tanto se prevalece de su de ausencia de errores, precisamente porque no ha aceptado el compromiso con la gobernabilidad en ayuntamientos y en comunidades autónomas.

Por el momento se prevé muy difícil que las relaciones entre el PP y Ciudadanos vayan a mejorar, el PP está en plena etapa de reanimación interna y Ciudadanos de expansión provincial. Sus caminos no se juntan en ningún punto.    

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