Opinión

Intrahistorias catalanas

La historia del proceso independentista catalán tiene su intrahistoria en todas las manifestaciones realizadas por los representantes políticos de segundo nivel de las formaciones que lo apoyan en las conferencias, actos y reuniones con las que tratan de elevar la moral y reafirmar sus convicciones y en las que informan de los asuntos que los dirigentes principales no pueden decir, pero que vienen a ser la expresión de sus verdaderas intenciones. Y de hecho estos portavoces son defendidos sin dejar lugar a dudas.

A las declaraciones del exjuez y exsenador de ERC, Santiago Vila, que afirmó que la Generalitat contaba con los datos fiscales de todos los catalanes obtenidos de forma ilegal y que existían listas de funcionarios afines y desafectos al “procés” independentista, en especial de jueces con los que podían contar y a los que habría que relevar, le han seguido las amenazas del cantante Lluis Llach contra aquellos funcionarios que no acataran las leyes de desconexión, -mirando sobre todo a los mossos d'esquadra-, que serán declaradas inconstitucionales en el minuto siguiente a su proclamación. El apoyo de Puigdemont, Junqueras y otros líderes al cantautor sin asomo de reconvención es la muestra de que esa sería la intención del Govern catalán

Tanto las declaraciones de Santi Vila como las de Lluis Llach ponen de relieve el caldo de cultivo en el que se desarrolla la política catalana, aderezado con el encarcelamiento de Jordi Pujol Ferrusola, al parecer el gerente del clan, y máximo exponente junto con el patriarca de la campaña de que no es España quien roba a los catalanes sino que es la familia fundacional quien lo ha hecho, y a partir de ahí todos los beneficiados del fenómeno del “tres por ciento” y del clima de impunidad que en determinado momento vivieron quienes quieren poner en marcha un nuevo régimen en Cataluña.

A medida que corre el tiempo, y aunque cada vez parece más evidente que el referéndum no se va a celebrar, los dirigentes catalanes tensan la cuerda y sus declaraciones son cada vez más contundentes, en el sentido de que la consulta se va a convocar dentro de los plazos previstos, para que se celebre el próximo mes de septiembre. De tal forma que cada vez que aceleran en su preparación resulta más difícil prever el momento en el que darán marcha atrás y las excusas que utilizarán para justificar el cambio de opinión que conducirá a unas elecciones catalanas anticipadas.

La aprobación de la reforma del reglamento del Parlament que permitirá la aprobación de las leyes de desconexión -el acto más importante para poner en pie el andamiaje de la nueva República-, con un debate en lectura única, es un monumento antidemocrático, cuando una reforma tan importante se realiza teniendo en contra prácticamente a la mitad de la Cámara y cuando el suflé soberanista comienza a bajar y cada vez hay más partidarios de una tercera vía que tenga encaje constitucional y no pretenda romper las costuras del marco jurídico-político actual. Así, la “razón democrática” a la que aluden los dirigentes independentistas es cada vez menor, y trampas en el solitario como esta reforma no hace sino aumentar las dudas de quienes, en el choque entre legalidad y legitimidad, se inclinan por la preeminencia de la primera. 

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