Opinión

La defensa es el ataque

Como en el arte de la guerra, también en política, que es la guerra por otros medios, la mejor defensa es un ataque. Por eso el PP ha decidido adoptar esta estrategia cuando se ve acosado por tener que dar cuenta en distintas sedes parlamentarias por los casos de corrupción por los que está siendo investigado y por los que la oposición trata de pasarles factura.

Ocurrió en la moción de censura contra Cristina Cifuentes en Madrid, con un vergonzoso espectáculo, y ha seguido con la declaración de Luis Bárcenas en la comisión del Congreso que investiga la presunta financiación ilegal del PP, con unos modos que no deben ser los habituales en el debate parlamentario y que tuvo un paréntesis en la moción de censura contra Mariano Rajoy, porque primó el buen sentido de no convertirla en un circo, dada la trascendencia de la iniciativa.

Durante su comparecencia parlamentaria en la que ha sido el primero en “no responder” a preguntas de los diputados, Luis Bárcenas se ha comportado como un gallo. Así se lo hizo notar la portavoz parlamentaria de Podemos, Irene Montero ante sus reiterado silencios a la hora de contestar a las preguntas comprometidas sobre el origen de su fortuna y la supuesta “caja b” del PP que habría servido para pagar sobresueldos a sus dirigentes y para financiar campañas electorales. “Gallo que no canta algo tiene en la garganta”, le dijo Irene Montero para apostillar a continuación que “sus silencios dicen más que sus palabras”, dando a entender la existencia del pacto de silencio que se habría establecido entre el PP y su antiguo tesorero, concretado en el cambio de orientación de su defensa, por la que ahora se desdice de todas las declaraciones que dieron lugar a la apertura del sumario relacionado con sus “papeles”.  

Si la semana pasada fueron los dirigentes del PP de la época de Aznar quienes le exculparon hoy ha sido él “el fuerte” y ha negado que llevara cajas de puros con dinero a Mariano Rajoy a su despacho, en una de sus pocas respuestas a las preguntas de los portavoces de la oposición.   

Pero además de gallo con sus silencios, Luis Bárcenas ha estado en ocasiones “gallito”, cuando le ha venido bien defenderse, y no ha rehuido el cuerpo a cuerpo cuando le ha interesado con todos los diputados que le preguntaban con apreciaciones y comentarios exculpatorios, cuando no laudatorios hacia su capacidad de trabajo para hacer fortuna, o a su inocencia sobre si procedía de la caja del PP. Tampoco consideró necesario pedir perdón por su dudoso enriquecimiento, ni se privó de aludir a Venezuela sobre la financiación de Podemos, pese a que este partido no tiene abierta ninguna causa judicial relacionada con ese hecho, y también negó que el PP fuera una organización criminal, pese a que hay autos de jueces que así califican sus actuaciones en algunos casos.   

Bárcenas ha esgrimido su derecho a no contestar por primar su derecho a la defensa al estar incurso en dos procesos por los mismos asuntos por los que era preguntado en el congreso y se mostró incluso desafiante al subrayar la inutilidad de estas comisiones de investigación cuando hay procesos judiciales por medio y que calificó de “torpeza”. Otra “gallería” y otro ataque. Pero todas la comisiones de investigación del Congreso suelen coincidir con las instrucciones judiciales y en ellas se dilucidan responsabilidades políticas.

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