Opinión

Las cuentas de la lechera

La petición realizada por el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, en la pasada sesión de control al Gobierno instando a Ciudadanos a que presenten una moción de censura en el Parlament catalán para descabalgar a Quim Torra de la presidencia de la Generalitat, ha caído en saco roto porque ni los interpelados ni el resto de grupos necesarios para que saliera adelante se han mostrado dispuestos a apoyarla.

Casado pretendía aprovechar el ínterin en que los partidos independentistas no cuentan con mayoría absoluta en la cámara, hasta que se resuelva el asunto de la delegación del voto de los diputados autonómicos presos o huidos pertenecientes a JxCAT, con Carles Puigdemont a la cabeza que se resiste a perder el acta de parlamentario. No deja de ser curioso que sea el partido que junto con la CUP cuenta con menos escaños en el Parlament quien proponga la iniciativa y que en su explicación de motivos pretenda que sea el PSC, y todo el PSOE de Pedro Sánchez por añadidura los que se vean obligados a “retratarse” para qué le den las próximas campañas electorales medio hechas. La ocurrencia de Pablo Casado tiene el cariz de una trampa tan burda que ningún partido ha caído en ella y demuestra la desorientación en la que se encuentra la actual dirección del PP.

Es cierto que los números no dan para sacar adelante una moción de censura en Cataluña como se han encargado de subrayar los dirigentes de Ciudadanos y que para que fuera posible a los votos del partido naranja, de los socialistas, los comunes y populares habría que sumar los cuatro de la CUP, algo impensable a pesar de la animadversión que los "cupaires" sienten hacia Quim Torra por no dar pasos efectivos hacia la constitución de la república catalana, no llevar el desafío secesionista hasta las últimas consecuencias, y por quedarse solo en palabras.

Pero también es real la pereza política que Ciudadanos tiene para adoptar decisiones que pongan de relieve que es el primer partido de Cataluña en votos y en escaños y al que le correspondería tomar la iniciativa. No la tomó cuando debía haberlo hecho y presentar a su lider Inés Arrimadas a la investidura aunque hubiera sido derrotada, y tampoco lo va a hacer ahora y menos por mandato del PP cuyas políticas en la comunidad autónoma y en el resto de España le han llevado a sus horas más bajas en Cataluña. No obstante, como ha respondido Pablo Iglesias cuando han pedido el concurso de Podemos para apoyar la moción de censura, hay veces que es preciso utilizar este instrumento, como hizo él contra Rajoy no para ganar el envite sino para “simbolizar algo”.

La estrategia de los socialistas respecto a Cataluña está tan alejada de las pretensiones de Pablo Casado que Pedro Sánchez ni le contestó cuando lanzó la propuesta de moción de censura, y en cambio le pidió lealtad con el Gobierno en este asunto de Estado como habían mostrado el PSOE cuando le tocó apoyar la aplicación del artículo 155.

A pesar de la evidente división en el seno del independentismo entre los partidarios de Puigdemont y de ERC, no cabe duda de que ante la posibilidad de perder el Gobierno de la Generalitat habrían cerrado filas y habrían logrado un acuerdo que lo impidiera. En cualquier caso no hay que hacer las cuentas de la lechera: el cántaro ya está roto porque las cuentas no salen.

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