Opinión

Méritos y deméritos

¿Cuántos atentados yihadistas han evitado los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad el Estado y las policías autonómicas en estos últimos años? La respuesta queda para el dominio interno de los responsables de la seguridad de todos. Existen otros datos que sçi son públicos, como el número de detenidos desde 2015 que son más de doscientos, o el hecho de que con mayor frecuencia los detenidos acaben siendo condenados en los juicios que se siguen contra ellos. Las detenciones tienen además efecto disuasorio sobre otros miembros de su comunidad que en esos momentos estuvieran pensando en incorporarse a la yihad.  

Las reformas del Código Penal y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal derivadas del pacto antiterrorista se han mostrado eficaces, lo mismo que la elevación a cuatro del nivel de alerta antiterrorista, todo ello en el año 2015, a partir de los atentados contra la revista Charlie Hebdo que marcan un punto de inflexión en los atentados islamista en Europa, y el aumento de la cooperación internacional para tratar de evitarlos.

Entonces, ¿qué ha fallado? Tras la rapidez en la desarticulación de la célula una vez que había actuado, que ha servido para que los Mossos d’Esquadra demostraran su eficacia avalada por la decisión del juez de la Audiencia Nacional que les atribuyó la funciones de policía judicial, debe llegar la parte más oscura, la del análisis de todos aquellos indicios que se van conociendo, y que no fueron reconocidos, para que los integrantes de la célula de Ripoll acabaran ante un juez antes de que cometieran los atentados.

Es preciso soslayar la atribución de responsabilidades por posibles errores antes de que estén todas las piezas sobre el tablero tanto sobre la explosión de Alcanar que está en el origen de los asesinatos que siguieron, como por la actuación del imán de Ripoll, sus posibles contactos internacionales, los avisos llegados tras su estancia en la ciudad de Vilvoorde y con quién se pusieron en contacto las autoridades locales belgas para advertir de las sospechas que despertaba Abdelbaki Es Satty –Policía y Guardia Civil han negado que fuera con ellos-, y cómo no se detectó su radicalización tras salir de la cárcel de Castellón, de tal forma que  méritos y deméritos se asignen a quien pertenezcan y se resuelvan las incógnitas sin despejar . 

Esta cuestión tendría que sería  baladí, por cuanto la ciudadanía lo único que desea es que, quien corresponda, les proporcione una sensación de seguridad adecuada. Pero planteada en el contexto del desafío soberanista y cuando del cumplimiento de las labores encomendadas por las leyes nacionales se quieren extraer otras lecturas relacionadas con el ‘procés’ o supuestas  capacidades estatales, conviene reiterar un llamamiento a la lealtad y al diálogo y al entendimiento para que la coordinación, más que colgarse medalla y lanzarse reproches, sea la tónica de la colaboración entre distintas policías y sobre todo entre sus jefes políticos. 

Y lo mismo ocurre con las críticas con una supuesta desaparición del Estado en la gestión de los atentados de Barcelona y Cambrils. Es probable que al propio Carles Puigdemont no le agrade el título, pero por ahora, y seguramente durante mucho tiempo, seguirá siendo el primer representante del Estado, de España, en Cataluña.

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