Opinión

Mítines, mentiras y desconfianzas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, utilizó el anuncio de la convocatoria de elecciones el próximo 28 de abril para realizar el primer mitín de campaña. Pero no solo él.  El resto de los principales líderes políticos hicieron lo mismo y comenzaron a plantear cuestiones relacionadas con los pactos poselectorales antes de que hablen las urnas, bajo la premisa de que todos salen a ganar para obtener una mayoría suficiente que les permita gobernar sin necesidad de compañeros de viaje indeseados, a los que ya han comenzado a poner vetos. Son desiderátums a pesar de que la pluralidad parlamentaria obligará a pactar e incluso a hacer extraños compañeros de cama a los que después habrá que blanquear.

Todos los líderes políticos convertidos ya en las cabezas de cartel han tejido el marco en el que se va a desarrollar la campaña electoral del todos contra todos, en la que no parecen dispuestos a despreciar el recurso a la mentira o a las medias verdades, a las desconfianzas y a las especulaciones a la espera de errores estratégicos que les pongan en mejor disposición de captar el puñado de votos en el que se juegan las mayorías con las apelaciones tradicionales al voto útil y al voto del miedo que movilice a los suyos y saque de la abstención a antiguos votantes.

El PSOE tiene la campaña medio hecha, en un caso por lo que ha logrado aprobar el Gobierno, en otros por lo que no ha podido hacer y porque no deja de ser contradictorio que, simultáneamente, unos le acusen de haber cedido ante los independentistas y estos de haber cedido a las presiones de las tres derechas y a su oposición interna. Alguien falta a la verdad o no la dice completa.  Sánchez defiende que algunas “derrotas parlamentarias son victorias sociales” y que el diálogo dentro de la Constitución es el método de resolver la situación creada en Cataluña. Cataluña, los indultos a los presos del “procés” serán la trampa en la que puede caer el PSOE, si el PSC no mantiene un discurso unívoco que tenga onda expansiva en el resto de España. Debe tener presente la experiencia andaluza.    

A Pablo Casado le ha faltado tiempo para sacar a relucir el caramelo de la bajada de impuestos y el voto del miedo al “bolivarismo” y pone a los votantes ante el dilema de elegir entre “negociar con Torra o 155”. En su primera ocasión al frente del PP tendrá el reto de mantener al PP como el primer partido de la derecha, librarse del sorpasso de Ciudadanos y marcar distancias hacia el centro con Vox con su propuesta de cambio tranquilo.

Los acelerones retóricos del líder del PP pueden costarle algún disgusto, porque muchas de las críticas y acusaciones que hace a Pedro Sánchez no se corresponden con los hechos reales, y si no gana a Ciudadanos habrá cavado su tumba política. Mientras, Albert Rivera, pone un cordón sanitario al PSOE de Sánchez y cuando se trata de hablar de Vox da una larga cambiada. Le pesa el testimonio gráfico de Colón.   

Podemos tiene la responsabilidad de no perder tanto como para hacer inviable un gobierno progresista y de ahí su llamada al voto útil, mientras que los independentistas siguen a lo suyo. No engañan a nadie. Y afortunadamente parece que PDeCAT y ERC no concurrirán juntos a las elecciones.

Primer día de la larguísima campaña electoral prevista y ya se han deslizado las primeras mentiras y todas las desconfianzas mutuas. 

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