Opinión

Preocupación creciente

En estos días suele citarse con frecuencia una frase del primer presidente de la Generalitat restablecida por Adolfo Suárez, Josep Tarradellas, en la que afirmaba que en política se pueden hacer muchas cosas menos el ridículo. Y si el mensaje del rey Felipe VI el pasado martes fue una decisión política de altura no exenta de riesgos, la contestación al día siguiente del presidente del Govern fue quizá una iniciativa más cercana a lo que no quería Tarradellas, sobre todo cuando ya tenía constancia de que la Unión Europea le había dado la espalda.

El discurso de Carles Puigdemont solo se entiende si se ha conocido antes la declaración realizada al diario Bildt en la que afirmaba que “ya me siento presidente de un país libre”, y desde esa posición de jefe de Estado hablaba de tú a tú a Felipe VI, se permitía darle consejos sobre cómo debía ser su actuación y le señalaba los fallos que había cometido en su alocución. Lo hacía quien hablaba en nombre de una parte de los catalanes y cuando en las propias filas independentistas comienza a cundir la preocupación del aprendiz de brujo que desata fuerzas que no sabe cómo embridar. De ahí que todavía no se conozca si el próximo lunes será el de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).

Que hable de mediación quien no está dispuesto a ceder “ni un milímetro” en sus posiciones independentistas es  un contrasentido. Que la mediación no es posible fuera del cumplimiento de la legalidad se lo han dicho desde países relevantes a organizaciones internacionales que le han vuelto a señalar el camino del cumplimiento de la legalidad constitucional. Además, el recorrido del argumentario relacionado con la brutalidad policial comienza agotarse, porque esas mismas instituciones reconocen que el mantenimiento del Estado de Derecho requiere a veces un uso proporcionado de la fuerza –hubo cuatro heridos de gravedad- y las acciones posteriores de los independentistas de acoso a los policías y guardias civiles, los escraches a las sedes de los partidos y otros gestos antidemocráticos y antipedagógicos comienzan a equilibrar el resultado de la batalla de la imagen.

Las autoridades catalanas dudan ahora de la oportunidad de la DUI. Contra ella advierten los editoriales de los principales periódicos catalanes, que en un caso –El Periódico- apuesta por la celebración de elecciones anticipadas para conocer la verdadera fuerza de independentistas y constitucionalistas en Cataluña, mientras que La Vanguardia considera que la DUI sería “un tremendo error” del que se podrían derivar “en el improbable caso de que prosperara” enormes consecuencias económicas y sociales y perjuicios para el autogobierno, aunque tampoco ve positiva la aplicación del artículo 155 de la Constitución y apuesta por la mediación. 

Mientras crecen las dudas en el entorno independentista aumenta la firmeza en el de los constitucionalistas –coinciden en dureza Alfonso Guerra y José María Aznar- que han contestado con contundencia el último mensaje institucional de Puigdemont, y lo hace también la preocupación de los ciudadanos hasta el 8% por la DUI, según el último barómetro del CIS. Unos datos moderados para la envergadura del problema y las consecuencias que puede tener en la vida de todos los ciudadanos la quiebra de la convivencia en Cataluña.

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