Opinión

Serena y pactada

De la reunión entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el líder de la oposición, Pedro Sánchez, ha salido el compromiso de responder a las intenciones del nuevo presidente de la Generalitat, cuando se concreten en actos jurídicos, de una forma serena, firme, proporcional y pactada, adjetivos todos ellos que son los que corresponden a la ocasión y que muestran la posición de prevengan en la que se encuentran los partidos constitucionalistas y todos los órganos del Estado de derecho para el momento en que tengan que intervenir, en el caso de que Quim Torra pretenda desbordar la legalidad constitucional y trate de aplicar las leyes de desconexión.

La sintonía mostrada entre Rajoy y Sánchez a la hora de fijar la estrategia a seguir si se confirma el desafío anunciado por Torra está a la espera de las puntualizaciones que quiera introducir mañana el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que en su proceso de “aznarización” –en palabras de Pedro Sánchez-, por su intento de atraer votos utilizando la cuestión territorial para sus objetivos electorales, condiciona su apoyo a decisiones que contravendrían las normas aprobadas por él mismo, mientras mete presión para que la aplicación del 155 no se interrumpa, o se mantenga sobre los mossos d”esquadra, y que son contrarias al compromiso de actuar serenamente acordado entre Rajoy y Sánchez.  

De la reunión entre ambos líderes se ha echado en falta referencias al intento de buscar alguna salida política al contencioso catalán, que tarde o temprano habrá que intentar, más allá de las actuaciones judiciales en marcha, y las previsibles que vendrán. Quizá no era el momento para extenderse sobre un asunto que genera discrepancias entre los propios constitucionalistas cuando lo que se trataba de demostrar es la unidad de acción contra cualquier intento de resucitar la declaración unilateral de independencia y la puesta en marcha de las estructuras propias de un Estado.  Las ofertas de diálogo cruzadas entre el presidente del Gobierno y Quim Torra tienen escasos visos de ser posibles a corto plazo, mientras el president catalán no se libere de la ataduras de Puigdemont y de la CUP, y abandone las pretensiones republicanas.   

Tampoco ha habido alusiones ni en el comunicado pactado emitido por La Moncloa ni en la comparecencia de Sánchez a como sería una nueva intervención de la autonomía catalana mediante el artículo 155 de la Constitución, si dura o blanda, si alcanzará a los medios de comunicación públicos catalanes o al Parlament, o si habrá o no “virrey” en Cataluña con mando en plaza. Aún es pronto

Las prisas de Albert Rivera, pese al cansancio que puede provocar el inicio de una nueva etapa del “procés” secesionista, responden en este momento más a sus intereses personales y electorales que a un análisis sereno de la situación catalana. Estar contra Cataluña es cierto que siempre ha dado votos en otros lugares de España, y en su caso incluso en el Principado, donde es la primera fuerza política, pero esa actitud lejos de contribuir a un intento de solución política del conflicto catalán ayuda a perpetuarlo. El líder del partido liberal ha afirmado que acudirá a la Moncloa “a proponer soluciones”. Sin embargo, parece que lo que pretende es pasar a Rajoy y Sánchez por la derecha.

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