Opinión

¡Feliz Navidad!

Doy una vuelta por las rebajas y me encuentro casi con más reclamos de otoño que de verano. Da no sé qué pararse a mirar las ofertas, confinadas como están en zonas incómodas, de pasillos estrechos y necesitadas de luz. Son territorios donde reina el desorden, con prendas amontonadas que te obligan a emplearte a fondo para buscar tallas y modelos. 

Quienes saben de estas cosas dicen que es normal: una estrategia comercial para ir abriendo boca de cara al invierno y porque el verano “ya fue” (y acabamos de estrenar agosto)…

Es cierto. Al volver de la playa empezaremos con las navidades, y enseguida vendrá San Valentín, carnavales, el Día del Padre, la Semana Santa, la Madre y otra vez el verano. Seguro que me he dejado algunas fechas, pero es para no aburrir. Eso sí, todo por adelantado. Probamos el turrón mientras sacudimos la arena de la toalla y desmontamos el Belén al tiempo que nos toman medidas para el disfraz. El crucero, por supuesto, lo encargamos antes de que se bote el barco y, girando en la noria del hámster, vamos por la vida acelerando: carreteras, colas, citas, conversaciones, todo a velocidad de película de cine cómico. Nunca llegar segundos fue tan indecoroso como hoy en día.

Quizás el relax veraniego nos haga reflexionar. ¿A cuento de qué transformamos nuestra vida en un fórmula 1? Nos hemos inventado las prisas para justificar la capacidad de superación, esa barrera que nos imponemos teniendo como límite lo perfecto. Queremos más músculos pero menos kilos, más belleza pero menos fruta, más vacaciones pero menos esfuerzo… más de todo y menos de nada.

Yo, para que no me pille el toro, voy a desearles una feliz navidad y un próspero año nuevo. Por si acaso... Es buen momento también para preparar la postal con Papá Noel y los buenos deseos. Para el carnaval me esperaré un poco; ando con una idea de terciopelos y pana, y con este calor me entran sudores solo de pensarlo.

Pero hasta Nochebuena podemos ir tirando. Se nos ha agigantado de tal manera la vista telescópica que tenemos más perspectiva que Gaudí. Aunque bien es cierto que, playa mediante, resistimos; las rebajas son las rebajas y la “nueva temporada”, como el cielo, aún puede esperar.

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