Opinión

La, la, la

El otro día, Massiel, la cantante, casi gana un Oscar. Estuvo a punto. Cuando la pareja de presentadores dijo por error que “La, la, land” era la película ganadora yo creí oír: “La, la, la”, pero como la cosa iba de cine me dije que no, que una canción de Eurovisión no puede ganar un Oscar…, bueno, sí que puede, como banda sonora; pero no es este el caso. Demasiado beat. Además, los críticos de Hollywood jamás entenderían la profundidad del mensaje del estribillo.

El subconsciente debió de jugarme una mala pasada. Imagínense cuánto, que en medio de guirigay que se montó hasta me pareció oír a alguien susurrando: “Massiel”… en medio del escenario.

No, imposible. 

Yo lo achaco a la baja tolerancia que tenemos al error (al error de los demás, entiéndase). Enseguida entramos a matar y aniquilamos al culpable para no dejar rastro de su ignominia. No quiero pensar qué hubiese pasado si esa metedura de pata ocurre en España. Los culpables tendrían que huir en parapente desde la azotea del teatro, porque al instante Torquemada habría resucitado para darles su merecido. Es un fallo imperdonable, lo admito, sobre todo si pensamos que a más millones de dólares más perfección. Pero también es cierto que lo de hacer leña del árbol caído es un deporte de moda.

Por lo pronto, en Hollywood ya han rodado cabezas: parece ser que despidieron a las dos personas encargadas de entregar los sobres premiados. Dicen que no volverán a desempeñar nunca más ese cometido.

 Curiosamente, no pasa lo mismo cuando, por ejemplo, un futbolista falla un gol o a un cirujano se le queda el paciente en la mesa de operaciones. Para estos casos se aplica la variable de la “mala suerte” o la “estadística”. Y podríamos citar muchos más. Pero la alfombra roja no perdona. Está ávida de sangre, y a la mínima ¡zas!, te pegan el cambiazo y ya está liada. 

Ahora bien, ¿y si resulta que no ha habido error y que todo forma parte de un plan preconcebido? Yo no descartaría nada. Sobre todo en estos tiempos… ¿Serían los rusos? O, mejor aún, ¿qué tal los mexicanos, indignados como andan por lo del muro? 

La única pena que me queda es por Massiel. Se lo hubiera merecido. ¡Cuánto daría yo por verla en el Teatro Kodak embutida en su vestido floral y meneándose a lo sesentero. En fin, consolémonos. Pensemos que en lugar de La, la, land siempre nos quedará Moonlight… shadow (si no me equivoco).

Te puede interesar