Opinión

Con la piel no se juega

Han saltado las alarmas porque en Huelva a una mente iluminada se le ha ocurrido poner un anuncio ofreciendo 65 euros por hora a mujeres que realicen labores domésticas desnudas. “Limpiadoras sexis”, les llama. Eso sí, las candidatas deben tener experiencia en el tema (de la limpieza, se entiende). Por supuesto, todos clamamos al cielo, lo repudiamos y nos rasgamos las vestiduras.

Sin embargo, la ética se nos ablanda cuando la mengua de ropa se traslada a las portadas de revistas o a determinadas pasarelas de moda. En estos casos, cuando vemos a una mujer con los pechos al aire, insinuando perfiles o caminando con alas de ángel decimos que es «creatividad», o como porras se llame. Entonces no hay escándalo ni institutos de la Mujer que abominen del uso de la feminidad como mercancía. No, aquí las mareantes cifras de negocio y los nombres, más o menos famosos, de quienes protagonizan estas «obras de arte» nos nublan los prejuicios morales y todos contentos: pasamos ante el quiosco y vemos esa composición de carnes, titulares y Photoshop con la misma indiferencia de quien observa un anuncio de refrescos, aceptando el convencionalismo carnal-publicitario igual que la información del tiempo (algo que nadie critica porque el «probable» siempre se perdona).

Total, que lo de Huelva está fatal. Pero, siendo objetivos, también lo otro. Por supuesto, nada impide esa «libertad de exposición», y a la ley de la oferta y la demanda se la traen floja las moralinas. Si para vender bragas hay que disfrazarse de querubines y enseñar cacha, pues nada, adelante. Y si algunas revistas necesitan quitarle el sujetador a una chica para cuadrar sus cuentas de resultados, pues hágase (por supuesto, siempre en estudio fotográfico o en piscina chill out y con estilistas de por medio).

Al final, no sé cuál es la diferencia entre lo de Huelva y lo otro…, bueno, sí lo sé: la tarifa. Porque, en el fondo, todo se reduce a estar más o menos desnudo para conseguir un fin. Lo de Huelva supongo que sería para alimentar deseos y lo otro, cuentas corrientes. Y, ojo, lo mismo podríamos decir de los hombres que negocian con su tableta de chocolate.

Si de lo que se trata es de sacarle partido al cuerpo, yo propongo que las facultades de Medicina impartan clases en paños menores, y los profesores, al explicar por ejemplo el hueso sacro, se queden con el culo aire y señalen el territorio anatómico correspondiente —una imagen vale más que mil palabras—. Otra aplicación podría ser para los guardias de tráfico (pero nada de integral, eh: con el chaleco reflectante puesto, para no herir susceptibilidades urbanas), y, ya lanzados, exportaríamos la idea a cultos religiosos, deportes minoritarios y misiones espaciales, que andan escasos de audiencia. Eso sí, nada de 65 euros/hora. ¡Menuda falta de respeto! La desnudez se cotiza. ¿No pagamos en el Louvre por contemplar un Miguel Ángel? Pues esto es igual. El papel y el kilo de plumas angelicales van caros y con la piel no se juega... Hasta ahí podíamos llegar.

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