Opinión

Algo estamos haciendo mal

 

El asunto de la violencia de género es un tema tan importante y tan sensible que no deberíamos convertirlo en un arma política por mucho que pueda dar o quitar votos. Exige firmeza y moderación. Estoy tan lejos de quienes afirman que "la mitad de la población piensa que puede disponer de la vida de la otra mitad" o se dedica "a perseguir a las feministas" (Adriana Lastra, PSOE) como de quienes piden prisión permanente (y no revisable siquiera) para los violadores (entre otros PP y Vox). La demagogia funciona, más en redes sociales, pero hay que pedir a los responsables políticos -en el caso de que lo sean, responsables, claro- que no se aprovechen de este problema para sus intereses. No es un asunto de las mujeres sino de todos, hombres y mujeres. Y también de los profesores y de los alumnos y de las alumnas, de las madres y de los padres. De todos sin excepción. Hacer bandos, dividirnos en "buenos" y "malos", no ayuda a resolver el problema.

Pero algo estamos haciendo mal, cuando la cifra de mujeres asesinadas no disminuye año tras año y cuando víctimas como Laura Luelmo no forman parte de las estadísticas. Tampoco los niños, igual de víctimas, igual de inocentes, formaban parte de las cifras oficiales, y desde luego no permanecen en la conciencia colectiva. Tampoco los hombres, muy pocos, que también han sido víctimas... Se han presentado ¡43.560 denuncias! en el tercer trimestre de 2018, es decir casi 500 diarias. Se han dictado en el mismo período más de 10.700 sentencias, un 72 por ciento condenatorias y se han solicitado más de 10.000 órdenes de protección, aunque eso no garantice las potenciales víctimas están debidamente protegidas.

Y, además, hay datos de que un porcentaje importante de las adolescentes permite o ve "normal", que sus parejas les controlen, "revisen" sus móviles o tengan "derechos" sobre ellas. Y todo ello, con un Plan Integral contra la Violencia de Género suscrito con absoluto acuerdo por todos los partidos políticos aunque luego las medidas reales y los medios suficientes estén tardando demasiado en llegar. Este es un problema social muy importante, incluso por encima de los asesinatos, porque lo que está en peligro es el papel de la mujer en la sociedad, su dignidad, la igualdad real. No es un problema de los políticos o solo de ellos. Es un problema de todos. ¿Qué estamos haciendo mal en las familias, en las escuelas, en los medios, para que los comportamientos machistas sigan siendo predominantes? ¿Qué está fallando en la actuación policial? ¿Qué hacen mal los jueces? ¿Qué tenemos que hacer, cuando nunca ha habido más libertad en la relación entre hombres y mujeres? ¿Qué influencia tienen la pornografía que inunda las redes? ¿Qué hacemos mal en las cárceles cuando muchos de los violadores reinciden porque no han sido reinsertados? 

Sabemos que no basta con endurecer las penas o cambiar las leyes, porque eso lo hemos repetido, con escaso resultado real. Ya sabemos que tampoco basta con palabras o, incluso, con pactos. Hay que revisar todos los planteamientos, asumir culpas y responsabilidades y hacer algo más. Sin penalizar al colectivo masculino, sin culpar a "las mujeres" y sin demagogias. Sobre todo, sin demagogias. La familia y el colegio tienen que educar en la igualdad y en el respeto, sin fisuras. Todos somos responsables.

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