Opinión

Autonomía para la Universidad, ¿en serio?

A estas alturas, la Universidad Rey Juan Carlos sigue sin dar una explicación seria y rigurosa del escándalo de los máster y sin informar de las medidas que ha tomado para evitar que un hecho como el que se ha producido vuelva a repetirse. Aunque ha cerrado el Instituto de Derecho Público que dirigía, sin control alguno, el profesor Álvarez Conde, nadie puede afirmar que otros centros de esa Universidad -y de otras- no hayan hecho prácticas parecidas. Ni el rector de la Universidad ha dimitido ni la Aneca, la agencia estatal responsable de la evaluación de la calidad y la acreditación del sistema universitario, ha bajado al sucio terreno de juego, ni la Conferencia de Rectores ha tomado cartas en el asunto, ni el Ministerio que dirige el astronauta Pedro Duque ha anunciado una investigación rigurosa sobre la impartición de los máster en las Universidades españolas ni tampoco sanciones para el centro o para la Universidad ni medidas para evitar que esto pueda volver a suceder. No hay más implicados en la comunidad universitaria, aparte de los directamente imputados en este asunto. Todo funciona perfectamente en los más de 3.800 máster que hay actualmente en España. Fantástico.

Ya sé que las competencias educativas están transferidas y que si la Alta Inspección del Estado -que cuenta con menos personal que cualquier institución municipal en cualquier lugar de España- es incapaz de frenar las barbaridades educativas autonómicas, no va a entrar en este tema que, al fin y al cabo, solo ha salido a la luz porque de él se han aprovechado algunos políticos, pero que ha dañado aún más la credibilidad de la institución universitaria y ha tirado por los suelos el esfuerzo de muchos centenares de estudiantes que sí han hecho el máster y que lo han pagado como si fuera de Harvard.

Dice el presidente de la Conferencia de Rectores, Roberto Fernández Díaz, que "la autonomía universitaria está en la Constitución, pero no es tal". Tiene razón. Ocupamos el puesto número 24 en autonomía universitaria entre los 29 países europeos. La mitad de las Universidades españolas no tiene una figura que supervise ni controle la legalidad de las actuaciones de sus Departamentos, fundaciones o empresas, y el funcionamiento de la mayoría es endogámico en la contratación del profesorado y en la gestión interna y en la inmensa mayoría de las Universidades, la transparencia y el control de actuaciones son utopías.

El ministro Pedro Duque, que puede ser reprobado parlamentariamente en los próximos días, no solo no ha afrontado sus problemas personales con Hacienda, sino que sostiene que tenemos las mejores Universidades de nuestra historia, aunque, a continuación, añade que, paradójicamente, necesitamos una nueva Universidad y una nueva ley de Universidades para la que no sería mala idea "consultar a los Colegios profesionales". Tenemos grandes profesores y algunas Universidades con Facultades o Escuelas punteras. Pero pensar que el caso de la Rey Juan Carlos es un asunto puntual o que nuestra Universidad es la mejor de la historia denota una ceguera monumental. Claro que hay que dar más autonomía a la Universidad y ponerla a competir en transparencia, gestión y calidad con las otras Universidades españolas y extranjeras. Y premiar presupuestariamente a las mejores y reducir las inversiones en las que no cumplan objetivos. Pero eso no lo quiere hacer nadie. Ni dentro ni fuera de la Universidad. Algunos viven mejor como están.

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