Opinión

C.E.I.P “Rosalía de Castro” 40 años

Ha transcurrido media vida y me sigue pareciendo que fue ayer. El plan de concentraciones escolares había llegado a la Limia. El 10 de noviembre de 1974 se inauguraba el Colegio Público nº 1 en Xinzo de Limia: 640 alumnos provenientes de unas 25 escuelas unitarias de la comarca de la Limia se concentraban en Xinzo. La mayoría venía del medio rural (más de cuatrocientos) y el resto de la villa. Venían acompañados de sus profesores y profesoras que, según mis recuerdos (pido disculpas si me olvido de alguno), eran: Elvira Pereira Failde, Felipe Rivas Castro, Manuel López Varela , Juan Paz González, Manuel Paz González, Jovita Romero Penín, Sira Pereira González, Olga Vázquez Crespo, Perfecta Lorenzo Rovira, Rosa Salgado Feijóo, Benita Pérez Fernández, Joaquín Arcos Carpintero, Elisa Álvarez Fernández, Otilia Domínguez Lorenzo, Mª Carmen Vidal Fernández, Camilo Penín Enríquez, Benita Díaz Montero, Pilar Cao González, Josefa Fernández Valencia, Mª del Carmen Fernández Llamas, Blanca Álvarez Fernández y yo mismo. Se trataba de desarrollar la Ley General de Educación contenida en el Libro Blanco de Villar Palasí (BOE 6/08/1970). Hasta ese momento se había aplicado gracias al esfuerzo de los maestros y maestras que habían asumido todas las especialidades contempladas en la ley. Lo habían hecho en condiciones adversas con ratios muy altas, en locales que no reunían las más elementales condiciones, compartiendo aula varios niveles y en muchos casos atendiendo singularidades especiales.

La nueva ley de educación, popularizada como la ley de la EGB y del BUP, suponía una mejora sustancial del sistema educativo: universalizaba el derecho a la educación, establecía la obligatoriedad de estar escolarizado hasta los catorce años, garantizaba la gratuidad y mejoraba las retribuciones salariales a los profesionales. Esta ley tenía dos grandes objetivos: garantizar el derecho de todos los ciudadanos a la educación y la homologación del sistema educativo español al de los países democráticos europeos. Un ministro franquista cimentaba el futuro de una educación moderna partiendo de un sistema político dictatorial y anacrónico. Esa contradicción tuvo sus efectos en la aplicación de la nueva ley. La falta de reconocimiento de derechos del profesorado obligó a muchos profesionales a ser desplazados de sus destinos forzándolos a desempeñar su trabajo en otras provincias, en muchos casos a cientos de kilómetros de sus lugares de residencia. Supuso el principio del desplazamiento de la población del medio rural al medio urbano, alejó de sus hogares a niños y niñas transportándoles por una red viaria insegura. Además el Estado no dotó de los recursos necesarios a los centros en los primeros años de funcionamiento. El Colegio Comarcal nº 1 de Xinzo (más tarde Rosalía de Castro), sufrió las consecuencias de su precipitada inauguración: no hubo calefacción el primer año, con unas temperaturas bajísimas y un edificio nuevo y frío; no funcionó el comedor escolar, con las consiguientes consecuencias en la alimentación del alumnado; el número de usuarios del transporte sobrepasaba el número de plazas, por lo que obligaba a compartir asientos en una relación de tres usuarios por cada dos asientos; el número de profesores concentrados era superior al catálogo de puestos de trabajo, desplazando a varios profesionales a otros destinos.

Dos meses después se inauguró el Colegio Comarcal nº 2 (después Sergio Mascareñas y hoy Carlos Casares) con el consiguiente traslado de alumnos de la villa.

En estos cuarenta años miles de alumnos han pasado por sus aulas; muchos de ellos hoy son abuelos que llevan sus hijos al mismo centro. Del primer claustro ninguno está en activo; el ciclo de la vida es como un río, fluye y fluye pero con distinta agua.

A los compañeros y compañeras de aquellos difíciles años, les rindo el homenaje de mis recuerdos.

Te puede interesar