Opinión

Cloacas

La ciudad duerme, ajena a la febril actividad que se desarrolla en los cientos de kilómetros que miden las cloacas que horadan calles, sótanos y cimientos. Millones de ratas cumplen con su misión de “higienistas” de la mierda que obtura los canales putrefactos de este inmenso laberinto. Eficaces comedoras de detritus desintegrados, no hacen ascos de ninguna basura y “toallitas”, papeles, compresas, tampax, bastoncitos, residuos sólidos orgánicos e inorgánicos son pasto de su colosal voracidad. Este ejército de “servidores” del bien común garantiza que no se produzca un colapso letal en la evacuación de los excrementos de los habitantes de la superficie. La sintonía entre la superficie y los subterráneos está encomendada a fieles servidores de la civilización; así se establecen vínculos secretos con la misión de implantar estrategias clandestinas que la mayoría de los mortales ignoran para su tranquilidad y bienestar. Pero a pesar de las medidas adoptadas por los miembros de la “inteligencia”, las filtraciones llegan a los oídos de avezados guerrilleros de la pureza revolucionaria y entonces se produce el “caos”. Las ratas dejan de comer y los detritus fluyen por las calles, lujosos despachos se contaminan de billetes venenosos, los militantes secretos del señor de las alcantarillas ven peligrar su estatus privilegiado. Los tribunales pierden el respeto de los ciudadanos, se rompe la armonía, el populacho toma las calles, los servidores del orden se sublevan contra sus mandos y el desorden se extiende como una mancha de aceite. 

¿Es posible restituir el Orden? Ceses, dimisiones, mentiras, miedo, control… las medidas se adoptan con urgencia y no se duda en aplicar un maravilloso antídoto contra la información, ¡más información! Bloquear las mentes con datos, nombres, gráficos y estadísticas. Unas verdaderas y otras falsas, pero el objetivo está definido, dar tanta información que ésta sobrepase el umbral de percepción y anule el entendimiento. Además, se cuenta con un instrumento eficaz y demoledor: “la tecnología” al servicio de la alienación. Demoledor.

 Pero se ha roto el equilibrio entre superficie y subsuelo. Las ratas exigen más poder, han visto peligrar su estatus y quieren controlar los despachos. Abnegados esclavos venden su dignidad; retorcidos sirvientes se visten de esmoquin; leguleyos pasantes se hacen doctores; bandoleros se disfrazan de policías; totalitarios aparecen como convencidos demócratas; pederastas se esconden bajo la sotana; los demagogos se apoderan de los púlpitos. Todos desconfían de todos, nadie confía en nadie. Solo el dinero impone su valor, no importa la dignidad, no cuenta la honestidad, muchos rinden pleitesía al becerro de oro y venden su alma por un plato de lentejas.

En esa tormenta de confusión, una terrible venganza tiene lugar. Una rata es eliminada sin compasión por la antigua domadora de ratas. Ha sido una venganza limpia, sin testigos, sin sangre, con nocturnidad y alevosía. Encumbrada la una, humillada la otra. La prepotencia se paga, y eso sucede hasta en las cloacas.

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