Opinión

El exterminio continúa

Desesperados, abandonados de todos, furiosos por su fatal destino, los palestinos claman por sus derechos y por ello son masacrados sin piedad. Expoliados de sus tierras, perseguidos por el gobierno más sanguinario que ha tenido el Estado hebreo, se lanzan a un martirio donde las balas asesinas del ejército sionista siegan vidas sin distinción de edad: niños, adolescentes, jóvenes en lo mejor de la vida, incluso lactantes, son víctimas inocentes sacrificadas para satisfacer las ansias conquistadoras del “pueblo elegido”.

El Gobierno israelí goza de la impunidad emanada del poder omnímodo del coherente líder de los EEUU. Pueden cometer las mayores atrocidades que nunca serán sancionados, ni juzgados, ni tan siquiera amenazados. Porque, para sus protectores, están en su derecho de defensa. Solo tibias protestas de la “civilizada” UE, que con su pasividad pone en evidencia su sumisión al imperialismo yanqui. La Europa de las libertades, el continente solidario, la cuna del humanismo cristiano, la madre de los derechos democráticos, rinde pleitesía al gigante americano y da la espalda al pobre, al débil, a la justicia, a los que huyen de la guerra. Abriendo el camino a aquellos que en su desesperación abrazan el terror buscando la venganza que sacie sus ansias de odio.

La historia se repite, la irracionalidad se impone: el control de las fuentes energéticas, el poder financiero, la omnipresencia del wahabismo saudí, el colonialismo de la vieja Europa, el desmembramiento del imperio otomano, las operaciones de los servicios de inteligencia americanos, el incumplimiento de las resoluciones de la ONU, el sectarismo religioso, las guerras contra los estados laicos, el avance del integrismo islámico, el miedo de occidente, los intereses de las empresas de armamentos, la guerra fría, el control del agua, la artificialidad de las fronteras, los genocidios de las minorías, y todo ello aderezado por la maldad infinita de los aniquiladores de la vida. 

En el Antiguo Testamento está escrito: “Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra donde vas a entrar para tomarla en posesión y haya expulsado delante de ti a pueblos numerosos: hititas, guergueseos, amorreos, cananeos, pereceos, jeveos y jebuseos, siete pueblos más poderosos y fuertes que tú; cuando el Señor tu Dios te los haya entregado, y tú los hayas derrotado, los consagrarás al exterminio. No harás pactos ni tendrás miramientos con ellos…” (Dt 7; 1-3). Josué cumplió el mandato divino en tiempos bíblicos. En la actualidad, Benjamín Netanyahu lo cumple con rigor extremado. El papel de Donald Trump es el de la divinidad sanguinaria que ampara la limpieza étnica de los desheredados de la tierra. Ambos son coherentes con su ideología, no engañan a nadie, cumplen sus promesas y lo hacen con la prepotencia de quien ostenta el auténtico poder. 

Oh Jerusalén, ciudad santa, ciudad maldita, capital del imperio, guerras, odio, amor, culto al bien, presa del mal, serás por siempre el símbolo de la bipolaridad en la unidad. Tus campos empapados de sangre claman venganza. Eleva tu llanto a la Conciencia Universal para alcanzar la ansiada libertad y que todos tus hijos vivan en paz (es un deseo). Solo la ignorancia de Donald Trump unida al fanatismo de Netanyahu pueden hacer tanto daño a la ciudad de Jerusalén. ¡Los jinetes del Apocalipsis siguen cabalgando, hasta el exterminio total! 

Te puede interesar