Opinión

Elegir

A raíz de mi último artículo, un ilustre lector me sugirió que escribiese sobre cuestiones positivas, dado que la mejor manera de contrarrestar el mal es resaltar el bien. No se debe trasmitir únicamente aquello que nos produce desasosiego y malestar, aunque nuestro espíritu esté decaído, hemos de hacer un esfuerzo, pues lo bello nos rodea sin que a veces lo percibamos.  

Cuando nos despertemos a la mañana debemos de felicitarnos por tener el privilegio de estar vivos; de poseer un consciente que nos permite gozar de todo aquello que nos rodea; de tener la posibilidad de amar y ser amados; de disfrutar del afecto de aquellos que nos quieren; de deleitarnos de los inventos puestos a nuestro servicio y como colofón de la posibilidad de elegir. Tenemos la suerte de vivir en un planeta que goza de todas las condiciones para hacer la existencia agradable y aspirar así a la felicidad. ¿Por qué rechazamos tal posibilidad? ¿Por qué aspiramos más?¿ Por qué deseamos lo imposible?¿ Por qué destruimos lo que tenemos? ¿Por qué causamos el mal a nuestros semejantes y dañamos la naturaleza?. La respuesta a todas estas preguntas se circunscribe a:¡Porque adoramos al becerro de oro!, que se ha antepuesto desde el principio a toda clase de valores. El afán de riqueza se ha apoderado de nuestros corazones, siempre queremos lo que no tenemos y despreciamos lo que hemos conseguido. La envidia nos ciega, el odio se extiende; la venganza late en los corazones envilecidos; el culto al cuerpo suple a la espiritualidad; el amor ha sido sustituido por un contrato.

El ser humano es el resultado final de  un ciclo evolutivo que se ha iniciado hace miles de millones de años; es el ente más perfecto que existe en nuestra galaxia (cuando menos); nos creemos tan insuperables que hemos ideado unos dioses con nuestras características, incluyendo nuestras pasiones. Nos creemos designados para ser los dueños de la Tierra y aspiramos a dominar el Cosmos (pobres ilusos). En nuestra loca ambición aspiramos a la eternidad terrenal; estamos tan absortos en nuestros deseos que nos olvidamos de disfrutar del ahora y, como somos muy retorcidos, expandimos el miedo sin importarnos el resultado sobre nuestra propia existencia. Afortunadamente las conquistas de la ciencia han mejorado la calidad de vida de gran parte de la humanidad; existen controles que frenan la agresividad de nuestra especie que sigue siendo depredadora y explotadora. Han sido juzgados y condenados dictadores y genocidas; aunque son siempre los vencedores los que imponen su criterio (sería muy positivo para la justicia universal que se juzgase por presuntos criminales de guerra al trío de las Azores, responsable del auge del terrorismo islamista que asola el planeta).

Esta misma mañana he coincidido con una antigua discípula. Después de los saludos de rigor, me dijo “sonría siempre y alégrese del bien que ha hecho y recibido”. En un corto espacio de tiempo dos personas me han sugerido que vea la vida de forma positiva; no importa que exista la mentira, el miedo, la envidia, el odio, la guerra y la injusticia; también existe un mundo lleno de buena gente que se esfuerza por hacer más feliz la vida de sus semejantes, elijamos ser de ese maravilloso grupo e irradiemos energías positivas (es mi humilde deseo que ofrezco a mis queridos lectores).

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