Opinión

Guantes blancos

Las debilidades humanas son muchas y casi nadie puede presumir de controlar sistemáticamente sus instintos, deseos y tentaciones. Por eso es muy difícil tirar la primera, piedra porque su incandescencia puede abrasar nuestra mano. Pero ello no es óbice para reprobar la conducta deshonesta de quienes han de dar ejemplo de comportamiento ético por su relevancia pública y sin embargo cometen fechorías más graves que las perpetradas por malhechores del "lumpen profesional". Los delitos de "guante blanco" son aparentemente menos agresivos contra la sociedad al no ir acompañados de violencia, intimidación o amenazas; sin embargo su gravedad alcanza muchas veces daños irreparables a los intereses públicos.

La aparente impunidad con que actúan muchos corruptos es una provocación insultante para la inmensa mayoría de ciudadanos que han de ganarse la vida con el esfuerzo de su trabajo, llegando a duras penas a cubrir las necesidades básicas de sus familias. Ha de ser la Justicia quien ejerza la respuesta condenatoria adecuada a aquellos que han delinquido, sobre todo cuando existe un afán de lucro ilimitado sin otro fin que alcanzar la mayor riqueza posible. Y cuando la Justicia falla, el sistema se resiente y la democracia se agrieta; de ahí la trascendencia de las decisiones judiciales y su implicación en la consolidación de las libertades.

Personajes como Rato, Urdangarin, la infanta Cristina, Blesa, Matas, Bárcenas, la saga Pujol, Gayoso, Mario Conde… y un ilimitado etc, son ejemplos de cómo se puede degradar un ser humano por su afán desmedido de riquezas. Banqueros, políticos, aristócratas… la flor y nata de un sistema económico que favorece y ampara la desigualdad. Cegados por la ambición van sucumbiendo en la deshonra, convirtiéndose en siniestras caricaturas de lo que eran y se ganan el desprecio de sus conciudadanos.

Algunos alegan ignorancia, otros traicionan a sus socios, los más intentan justificar sus fechorías, pocos admiten sus delitos, los más osados se reiteran en lo hecho, casi todos tratan de mostrarse altivos y ninguno manifiesta dolor de contrición.

Me pregunto: ¿somos conscientes los seres humanos de la temporalidad de la existencia? ¿Por qué ese deseo irrefrenable de riqueza? ¿Dónde está el límite? Es patético que ancianos como Jordi Pujol destruyan su imagen por un dinero que no gastaría en diez vidas. Es grotesco ver a una grande de España condenada a pagar una multa por haber gastado un dinero que no le pertenecía. Es indignante ver a un expresidente de una comunidad autónoma en la cárcel como un vulgar trilero. Es descorazonador que la estructura de un partido se financie ilícitamente. Y es significativo que un ex director general del FMI sea condenado por chorizo.

Creo que Schopenhauer acertó cuando dijo: "La riqueza es como el agua salada; cuando más se bebe, más sed da". Quizás alguno mereciese beber el Mediterráneo.

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