Opinión

Infierno o paraíso

Civilización, globalización, tecnología, ejércitos, burocracia, orden, fronteras, dinero, riqueza, mansiones, palacios… todo ello es ajeno a la vida de los habitantes de Sentinel del Norte, la isla perdida en el océano Índico. Esta tribu primitiva rechaza cualquier contacto con los humanos que no forman parte de su gens. Defienden su territorio con furia y violencia. No conocen la escritura, no han debatido sobre la existencia de Dios, no han participado en guerras ni genocidios, no aspiran a ascender en el trabajo, no pretenden tener mejor sanidad, educan a sus hijos en la supervivencia, no votan, no van al psiquiatra, no toman píldoras, no necesitan trenes, aviones, coches ni, por supuesto, carreteras, la única bolsa que conocen es la del escroto de sus genitales...
 Son el último vestigio de una forma de vivir que hace cientos de años ha desaparecido de la faz de la tierra. Y me permito preguntar: ¿estará aquí “el hombre” que buscaba Diógenes el Cínico?, ¿habrá corrupción en esa forma de vida?, ¿existirá la violencia machista?, ¿cómo afrontan los fenómenos naturales? Como elementos a tener en cuenta antes de contestarlas son: no dominan el fuego, son cazadores, pescadores y recolectores, andan casi desnudos, se niegan a ser evangelizados, están integrados en su ecosistema y, quizás, se aparean como cualquier otro ser humano. 

Una nueva crisis económica amenaza el orden mundial; los más desfavorecidos serán los que sufran las consecuencias. El odio contra el migrante se intensificará en toda Europa. Los muertos en el Mediterráneo aumentarán progresivamente. Los supremacistas alcanzarán nuevos apoyos electorales. Los bancos controlarán las instituciones. La educación y la sanidad recibirán menos recursos. La vivienda será cada vez más cara. Los ciudadanos se endeudarán de por vida. Los ricos serán más ricos. La violencia contra el “otro” se incrementará. El fascismo se extenderá como una mancha de aceite en un paño blanco. Los territorios se enfrentarán y las poblaciones envejecerán sin las coberturas necesarias. 

El sol luce después de la tormenta, las hojas caídas alimentan al árbol que las engendró, lo verde emerge para generar el oxígeno vital. La podredumbre es el alimento del bosque. La bondad existe como respuesta a la maldad. El perdón es el elixir de la redención. El odio es el alimento de los miserables. El amor es fuente de felicidad.

Los aborígenes de Sentinel son el último vestigio de una forma de vida que ha desaparecido de la faz de la tierra. Es probable que se extingan, como otros pueblos, cazados por el colonialismo usurpador. Quizás se organicen viajes turísticos para que ricos desaprensivos presuman de las imágenes obtenidas. Tal vez se capturen para exhibirlos en espectáculos reservados. El poder del dinero no tiene fronteras ni moral que no se pueda corromper. 
Antístenes, fundador de la escuela cínica, enseñó a Diógenes una forma de pensar, y un ratoncillo, una manera de vivir. El paraíso está en nosotros y felices aquellos que lo encuentren.

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