Opinión

Paradojas

Estamos asistiendo, como pasivos espectadores, a una acentuada crispación del debate político. El acuerdo del Gobierno de España presidido por Pedro Sánchez con las confluencias de Unidos Podemos de Pablo Iglesias para configurar unos presupuestos fundamentalmente sociales ha irritado a las fuerzas conservadoras que tratan de evitar de todas las formas posibles su aprobación en el Congreso de los Diputados. Albert Rivera y Pablo Casado compiten ardientemente para liderar la reacción de las fuerzas conservadoras en su cruzada contra el Gobierno socialista. 

Emulando a los partidarios de Witiza en su lucha contra don Rodrigo, prefieren entregar su patria a fuerzas foráneas antes de que se consolide un gobierno progresista. No existe otra explicación al periplo europeo de Casado para recabar la ayuda de la UE en contra de la soberanía española. Los mismos que clamaron contra los independentistas catalanes por su traición al Estado y su campaña de descrédito de las instituciones constitucionales, son los que ahora prefieren una España sumisa y desigual a una España solidaria y soberana.

La moción de censura que ha llevado a Pedro Sánchez a la jefatura de Gobierno no ha sido aceptada por los partidos conservadores del arco parlamentario. Iniciándose, desde el primer minuto de su elección, una campaña de descrédito contra todos y cada uno de los ministros socialistas, empezando por el propio presidente, contando para ello con la ayuda inestimable de felones y renegados. 

La tenacidad de Pedro Sánchez, unida a la pasión de Pablo Iglesias, configuran un tándem difícil de vencer. Ambos son ambiciosos, ambos tienen sus propias estrategias, ambos mantienen sus posicionamientos ideológicos, sus planteamientos son divergentes y al mismo tiempo convergen en un ideal común: “el poder reside en el pueblo”, y en el Congreso se materializa ese axioma, base del sistema democrático. Frente a esa pragmática alianza se alzan los paladines del neoliberalismo español protegidos por el cruzado de la santa alianza de las Az(ores). El uno sonríe y falsea la historia; el otro miente y anuncia el diluvio. El primero reniega de su origen, al segundo le vale todo. Braman, gritan, gesticulan y manipulan a las masas. 

Pero, ¡oh, paradojas del destino! Pedro Sánchez el perdedor, el advenedizo, el breve, el obsesivo, el flojo… es en este momento histórico el líder más valorado de la socialdemocracia europea. El dirigente político que junto al portugués Sócrates más poder tiene dentro del socialismo del viejo continente. 

Las sociedades fluyen como las aguas de un río salvaje, todo parece cambiar pero nada cambia; los estímulos emocionales siguen alimentando pasiones; la alienación se expande como una epidemia contagiosa; las ideologías perduran en un baile de siglas que ocultan oscuros intereses. No existe victoria, en la lucha eterna entre el bien y el mal. Los títeres manifiestan crueldad absoluta con el amparo del poder de las sombras y no dudan en sacrificar cruelmente a los herejes, en una competición de horror y miseria. ¿Arabia el bueno, Irán el malo? ¿Palestinos terroristas, israelíes defensores de la paz? ¿Jair Bolsonaro un salvador, Lula un delincuente? Paradojas y más paradojas en un mundo de confusión. Y como colofón me pregunto, ¿cómo convivirán en la eternidad san Wojtyla y san Oscar Romero? Otra gran paradoja.

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