Opinión

Saqueos

Creo que existen palabras que han sido malditas sin otra justificación que la interpretación sesgada de algún hecho histórico. Uno de los pueblos más injustamente tratado ha sido el pueblo vándalo. Nunca se le ha perdonado el saqueo de Roma en el año 455, fruto de la victoria de su rey Genserico sobre las tropas del emperador romano Petronio Máximo. Se cuenta que los vándalos quisieron vengar la muerte del anterior emperador, Valentiniano III, asesinado por orden de Petronio. El papa León I el Magno rogó a Genserico que no destruyese la ciudad y, según cuentan algunos cronistas, solo ardió una iglesia. El saqueo de Roma por los vándalos fue menos violento que el perpetrado por las tropas del emperador Carlos V en el mes de mayo de de 1527, teniendo incluso que huir para salvar la vida el papa Clemente VII.

 Han sido una temible tradición los saqueos a que los vencedores de cruentas batallas sometían a los pueblos y ciudades conquistadas. Exterminios de poblaciones enteras, incendios devoradores de edificios, violaciones, secuestros, robos…, los insaciables conquistadores no respetaban nada ni a nadie. Se llevaban lo que consideraban era su botín de guerra, y no rendían cuentas a ninguna autoridad, con la excepción de sus jefes. 

 A los depredadores del siglo XXI los podemos dividir en dos grandes grupos: los tradicionales saqueadores victoriosos de un conflicto armado que explotan los recursos naturales de los países sometidos o expropian su patrimonio cultural (como ha sucedido recientemente en la guerra de Iraq) y el otro gran grupo lo constituyen aquellos que amparados en la inmoralidad del sistema capitalista se enriquecen desorbitadamente mientras la pobreza se extiende en amplias capas de la población. Se han incrustado en el sistema un considerable número de administradores que, aprovechando la representación política que ostentan, se apoderan de los recursos públicos que han de gestionar y, para mayor escarnio, son los mismos que no dudan en recortar la calidad de los servicios que disfrutan los ciudadanos. Estos depredadores son los que el pueblo califica como corruptos; aunque cometen sus fechorías de forma incruenta, son cobardes, taimados, hipócritas, traidores y enormemente ambiciosos. Ningún partido político está libre de tener algún depredador en sus filas; pero en el Partido Popular son legión, se está convirtiendo en una presunta organización criminal. Gürtel, Púnica, Palma Arena, Rato, Bárcenas, Brugal, Canal de Isabel II (operación Lezo), sobresueldos, tarjetas Black…, docenas de detenidos, varias condenas, el partido imputado, el líder y presidente del Gobierno llamado a declarar como testigo, lo mismo que la presidenta de la Comunidad de Madrid… ¡Hasta cuándo durará este saqueo!

Los vándalos han quedado estigmatizados por un saqueo de quince días hace 1.600 años. Los pueblos bárbaros se identifican con la crueldad, la incultura y la destrucción; los zulúes, como primitivos, brutos e indomables; los judíos, como avaros y usureros. Civilizaciones y culturas malditas por no ajustarse a nuestras costumbres y, en ese orden de cosas, me permito preguntarme: ¿cómo pasará a la historia la conducta de los electores españoles que, a sabiendas, refrendan con su voto a políticos corruptos que saquean las arcas públicas con alevosía y premeditación? Creo que, comparados con los corruptos del siglo XXI, los vándalos eran unos saqueadores de tercer nivel. Que se lo pregunten a Correa y, si este calla, tal vez Marhuenda tenga la respuesta adecuada.

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