Opinión

Un buen día

Hoy tengo un buen día. Por algún motivo que desconozco tengo una sensación de paz y serenidad que me permite intentar escribir un texto positivo. Soy consciente de que muchos creadores reflejan en su obra mensajes ocultos que contienen algo de su esencia y cualquier minucioso observador puede percibir la energía de esa encriptada herencia. Es mi intención compartir ese estado de optimismo que me hace desear el bien, incluso a los que me consideran su contrario. Pero, ¿es posible ser optimista en un mundo tan complicado? Difícil respuesta. El hambre sigue diezmando a millones de seres humanos, mientras otros nadan en abundancia. La enfermedad se ceba en los económicamente más débiles que no tienen acceso a un sistema de salud público y gratuito. Millones de personas han perdido todo como consecuencia de guerras generadas por intereses económicos de los poderosos de la Tierra. El cambio climático desencadena la ira de las fuerzas de la naturaleza que descargan sobre la humanidad grandes catástrofes. El acceso a una educación de calidad es un privilegio que solo está al alcance de un reducido número de jóvenes. El odio, la venganza, la mentira, la xenofobia, el racismo, los fanatismos y la envidia destruyen la empatía y siembran de espanto la convivencia. Sin duda son muchos los males con los que hemos de convivir y a pesar de todo ello la vida es hermosa, el don de vivir es el hecho más extraordinario de todo lo existente en el Cosmos.

El ser humano goza de una consciencia que le permite la integración voluntaria en el Todo. Es capaz de amar y ser amado; puede engendrar nuevas vidas, almacenar conocimientos, pensar libremente, generar energía, dar y recibir solidaridad, disfrutar de la compañía de sus seres queridos, trasformar positivamente su entorno, gozar del placer… ¡Qué bella es la vida!.

Sin embargo hay seres humanos que alimentan su energía almacenando odio, que disfrutan con el mal ajeno, que utilizan la violencia para imponer su fuerza, que se alegran con las desdichas del prójimo, que buscan la confrontación para machacar al adversario. La intolerancia es su forma de demostrar su pretendida superioridad. ¡Cuántas desgracias siembran!

Conozco y he conocido a personas extraordinariamente bondadosas, generosas, entregadas a la felicidad de los demás. Nunca piden nada para ellas; sus acciones humanitarias las hacen en silencio, son humildes, silenciosas y abnegadas. No buscan publicidad, no aspiran a puesto alguno y saben escuchar al que sufre. Algunos se han ido con el abrazo misterioso de la Dama del Alba, otros se han retirado sin hacer ruido. Suelen tener fe en lo que hacen y su contacto es deseado por los que buscan la paz. ¡Qué felices deben ser!

El camino tiene rosas y estas tienen espinas; lo bello no se digiere pero ilumina el espíritu. La soledad es triste pero abre el camino a la meditación que da vigor a la esencia. La luz vence a las tinieblas, pero la negrura de la noche protege al que huye. 

Hoy tengo un buen día; el mal nos rodea, la aceptación nos protege. Todo lo que ha de ser, será. Disfruta del camino, caminante y da gracias por existir. No te preocupes ni te irrites, solo sirve para alimentar las tormentas del camino. Disfruta de los afectos de los tuyos, ese es el mayor tesoro que está al alcance de cualquier caminante.

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