Leemos y oímos comentar a diario que unos entes financieros -actuando en zonas ocultas para nosotros- son los que determinan la salud o ruina de la economía de los países. Así podemos ver como en una semana las autoridades en este campo nos tranquilizan diciendo que el tema va bien, para luego a los pocos días, aclarar que los 'mercados financieros' exigen más reformas e imponen más restricciones. Todo indica que su poder es omnímodo y ante ellos los gobiernos se achantan y obedecen. ¿Cómo es esto posible? ¿Acaso estos 'mercados' están tan alejados del planeta? ¿Es que no podemos ubicarlos en el espacio ni nos es posible saber el nombre y apellidos de quienes los dirigen?
Se dice que con sus maquinaciones especulativas estas fuerzas esotéricas del capitalismo inhumano pueden arruinarnos. Si ello es así, ningún país puede vivir tranquilo, sin sobresaltos de un día para el otro.
Karl Marx se equivocó al profetizar que la revolución socialista triunfaría en los países industrializados de Europa. Ni se le ocurrió pensar que sus teorías tomarían cuerpo real en un país con monarquía autrocátrica, poblado de campesinos sin tierras, como era la Rusia de 1917. Sin embargo, el propio Marx presentía que la dinámica del sistema, movido por un afán insaciable del lucro, terminaría concentrando la riqueza del mundo en manos de unos pocos. Esto supondría la miseria y la esclavitud para gran parte de la humanidad.
¡Cuánto importa que el poder político termine controlando ya a estos 'mercados financieros'!
