Opinión

Un almita de piloto debajo de la piel

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Solo hay dos tipos de conductores en esta ciudad. Los que van demasiado rápido y los que van demasiado despacio. Y luego están los que van sin coche pero son peligrosísimos, que son esos señores que cruzan las calles peatonales a toda velocidad, sonriendo y mirando la pantalla de su iPhone. Ayer uno de estos conductores se salió de la acera y atropelló a tres coches, causando cuantiosos daños. 

RUIDO
Lo malo de vivir en un lugar con tanta tradición y pasión por el rally es que hay un montón de tipos que llevan leones atrapados en donde debería estar el motor y, no sé si por el calor o por cualquier otra razón, se dedican a rugir en los semáforos. Esto hace que las calles estén invadidas por explosiones propias de una concentración motera pero luego no haya ni rastro de los Ángeles del Infierno. Yo soy muy partidario de que los coches hagan ruido. Esos autos tan silenciosos que hacen ahora te dan la sensación de ir montado en un coche muerto. Pero entre hacer un poco de ruido y reventar el tímpano a las ancianitas debería haber algún punto intermedio. Por ejemplo, mi coche.

DEMASIADAS LÍNEAS
Una de las primeras cosas que llaman la atención al conductor foráneo que se incorpora a Ourense es la extraordinaria profusión de líneas pintadas en las calles. Por momentos, con tanto empeño en indicarte un único carril por el que puedes circular en función de la decisión que vayas a tomar doscientos metros mas allá -seguir recto o cambiar de calle-, la regulación del tráfico parece diseñada por Mao Tse-Tung. Pero por Mao Tse-Tung en un momento de máximo enfado con sus colaboradores, justo antes de ejecutarlos. En las autoescuelas decían aquello de que lo más parecido a una línea continua es un muro, pero ciertamente en esta ciudad, si se levantaran muros, el entramado parecería un laberinto. 

EL SEMÁFORO
Ocurren cosas de sorprendente simpatía. Esta mañana circulaba por una calle bastante atascada cuando, en cuestión de segundos, llegaron dos operarios y se llevaron el semáforo que regulaba el tráfico. Naturalmente, tras su valiente gesta, el tráfico comenzó a ser fluido. Esto nos lleva a plantearnos la necesidad de retirar todos los semáforos y sustituirlos por árboles entrelazados, a ser posible, muy floridos. No he conocido a ningún alcalde que haya duplicado el gasto en flores y jardines de su predecesor y no haya ganado las siguientes elecciones. Ahí lo dejo.

APARCAR
Como ocurre en casi todas las grandes ciudades, una plaga de termitas ha tomado el subsuelo, creando una segunda urbe subterránea. En Madrid han hecho lo mismo y han metido trenes a toda velocidad, que me parece muy poco práctico, porque no se ve el paisaje. Pero en Ourense, más perspicaces, han llenado todo eso de plazas de aparcamiento, así que puedes moverte por gran parte de la ciudad a la sombra e incluso con cierta velocidad, si eres capaz de esquivar las columnas. Algún día hablaremos de por qué los que diseñan aparcamientos subterráneos se empeñan en llenarlo todo de columnas, si sería mucho más fácil aparcar en un espacio desierto. 

PINTAR COSAS
A disposición policial deberían pasar quienes están haciendo negocio con las llamaradas, las humaredas, los cristales rotos, y todas esas pegatinas o pintadas que convierten tu coche en algo gracioso. El problema es que tu coche es un vehículo, no tienen ninguna necesidad de ser gracioso, y al final, una llamarada puede volverse tan reiterativa y cansina como un tatuaje. Y eso no te lo advierten cuando te lo pintan. Todo lo que deberías pintar en tu coche es una frasecita de esas de tu muro de Facebook que generan tanto buen rollito que te da igual estar en un atasco. Si quieres puedes ponerla en el techo y así también la verán desde las casas y, en general, harás feliz a todo el mundo y harás que Alejandro Jodorowsky siga vendiendo más libros que Platón, Aristóteles y Dinio juntos.

LA VENTANILLA
El gran dilema en invierno es si abrir la ventanilla o poner el aire acondicionado. Pero el aire acondicionado, supongo, contamina muchísimo, así que si puedes abrir la ventanilla los árboles del Amazonas te lo agradecerán personalmente. En todo caso, ten mucho cuidado con sacar el brazo por fuera. Yo lo hice ayer en un trayecto de no más de veinte minutos a pleno sol y ahora tengo el brazo a rayas como el jersey de la canción de Hombres G. 

CORTESÍA
Como en todas las ciudades que hace mucho calor, se agradece que mantengas las formas. Por muy mal que conduzca, no insultes a nadie que no pueda oírte. Y sobre todo, no insultes a nadie que pueda oírte. Es de pésimo gusto pelearse por cosas de tráfico. ¿Para qué discutir si puedes apretar a fondo el acelerador y largarte de ahí?

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