Opinión

Esa belleza impávida de algunas chicas

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Todo está lleno de tías. A mi me contaron, nada más llegar, que la población estaba muy envejecida y que la depresión demográfica de Ourense se palpaba en las calles. Todo falso. Morenas, rubias y pelirrojas, jóvenes y medianas. Están por todas partes. Los varones en edad de merecer, entre los que no me incluyo, proscrito ya de toda obligación sicalíptica, viven angustiados por la extraordinaria proporción de féminas que acechan las calles y se precipitan al océano sereno de sus vidas, dejándolo todo hecho un cisco. Tanto, que se ha popularizado en la provincia la adaptación del “hay más días que longanizas” al “hay más días que pelirrojas”. Exageración esta, de origen andaluz, que el autor acaba de inventarse sin sonrojo alguno.

Chicas, chicas, chicas

Escucho la vieja canción de Los Flechazos pensando que la historia, como la histeria, siempre se repite. Aquí los paseos lucen repletos de divertidos pandilleros, con sus pandilleras brillando como flores entre las zarzas. Viendo a unos y otros, me pregunto en qué momento de la evolución el varón común encalló en la bestia, mientras la mujer siguió su ruta hacia la bella. Así, el hombre se hizo rudo y bullicioso, y la mujer, grácil y silenciosa. La mujer, claro, si es española y no está bajo los efectos de la sangría; que anoche vi a una suerte de Sharapova, lechosa pero enrojecida por el sol, aullando en mi portal como si acabara de descubrir la existencia del eco en un capítulo de terror de Barrio Sésamo. Todavía no se me ha quitado el miedo del cuerpo. Que a esa se le cruza el anís, me atiza un sopapo de buenas noches, y me factura la cabeza al Museo de los Horrores de Berlín. Y sin despeinarse. Y yo tampoco. Por miedo a que le parezca mal. Que hacen ahora unas rusas de armas tomar, junto a las que Putin, recién levantado de cama, y justo antes de comerse la primera rata viva, parece un osito de peluche. Blanco y con un pompón en el culo.

Noites alegres...

Esta ciudad tiene más vida cuando se va el sol que cuando sale. Síntoma inequívoco de la tradición de jarana y juventud que late en todas sus esquinas. Desde que terminaron las fiestas, hace unos días, los ourensanos no han dejado de salir de fiesta. Y se entiende, porque con estas noches de calor, lo único que se puede hacer en casa es salir de casa. Luego están, claro, esos ojos hinchados al alba. Y algunas mozas que dan pánico con las primeras luces del sol. Pero el ser humano de estas latitudes se repone de las noches alegres con una entereza que a los flojillos de la costa nos sobresalta. Se rumorea que disponen de un hígado adicional para agilizar la digestión de las cenas copiosas que se meten cada día, y que gozan de un tercero, de ubicación desconocida, que se dedica exclusivamente a trasegar vinos y copas con la naturalidad de una depuradora en el cincuenta aniversario de su inauguración. 

La moda

Una de las razones que convierten las calles ourensanas en una pasarela es esa vocación textil de la ciudad. Las grandes marcas de moda están aquí, por supuesto. Y eso estrecha muy ventajosamente el abanico de error de los novios cuando le compran vestidos a sus novias. En otras ciudades, tienen que entrar, preguntar, hablar con la dependienta y cosas aterradoras por el estilo. Aquí no es necesario. Si entras y coges cualquier trapo con los ojos cerrados, si es su talla, le quedará super “in”. Y si no es su talla, solamente quedarás un poco “out”. Pero el diseño, seguro, será el último grito. Ese que podrás ahorrarte si le compras algo de una vez. 

Nunca des tu corazón a un idiota

No por repetido dejará de ser válido este consejo, que tan bien cantó mi amigo Luis Livingstone en su canción del mismo nombre. Tantas niñas bonitas en el reparto suponen un problema grave y es que aumenta el riesgo de merluzos en las proximidades. Si estás en la otra cara de esta columna, mejo recuerda el estribillo: "Nunca des tu corazón a un idiota / si no quieres verlo roto otra vez". Sabias palabras. Rindamos al fin un largo y sentido homenaje al sabio Livingstone. 

Aguas termales

Dicen los expertos que la belleza de las ourensanas está directamente ligada a las propiedades curativas de las aguas medicionales de las termas. Una teoría perfecta, a la que me sumaría con entusiasmo, si pudiera explicar por qué entonces las aguas no obran el mismo fenómeno en la parroquia masculina. 

Farolas torcidas

Ostenta Ourense el récord de farolas torcidas y golpeadas del noroeste de España. Se oculta tras esta estadística el mayor indicador sociológico de concentración de bellezas en las calles. 

Cómo actuar

Obsesiona a algunos hombres el modo en que hay que actuar ante las mujeres más guapas. Hay tipos que se ponen nerviosos, se rascan la oreja con la pata trasera, y dan saltitos gritando guau, guau. Lo mejor, si has de estar con ella, es no hacer nada que pudiera espantar a las palomas en un parque.

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