Opinión

Basura electrónica

La mayor parte de los conocidos residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) no se recicla en Occidente. Desgraciadamente vemos cómo en los países pobres muchos niños se dejan parte de su vida buscando en estos residuos. Buscan oro, platino, cobre, paladio… que se encuentran entre los componentes de los aparatos electrónicos como televisores, smartphones, portátiles, tablets… que son de uso generalizado. Lo que hoy tenemos claro, y se ha comprobado en diferentes estudios, es que sale más barato obtener esos metales por el sistema RAEE que obtenerlos mediante el sistema minero tradicional.

Los cambios tecnológicos dejaron chatarra en 2016 por 45 millones de toneladas. Curiosamente toda esta basura es el peso de 4.500 torres Eiffel. Se prevé además para los años que vienen un aumento de estos residuos en el 2021 superarán los 50 millones de toneladas. Frigoríficos, congeladores, refrigeradores, aire acondicionado, radiadores, grandes y pequeños electrodomésticos, equipos de informática y telecomunicaciones, aparatos electrónicos de consumo y paneles fotovoltaicos, televisores, monitores, pantallas, paneles fotovoltaicos de silicio o de teluro de cadmio, lámparas LED, máquinas expendedoras… es 13 veces más caro extraer de la tierra los minerales para fabricar estos dispositivos que obtenerlos a través de la “minería” de los residuos.

Existen muchos vertederos controlados por la RAEE; el más grande, el que se encuentra en China, en Gulyu, donde trabajan unas 150.000 personas para “tratar” la basura que viene de EEUU, Canadá, Japón y Corea del Sur básicamente. Aunque según los datos que facilita la ONU, el 80 % de la basura tecnológica va a parar a los basureros africanos; el mayor, localizado en Ghana, da empleo a 300.000 personas.

 Deben considerarse como peligrosos, al contener pilas, baterías… que entre otros metales llevan litio y cobalto, altamente nocivos, a las que habrá que añadir las de los coches híbridos y eléctricos, con lo que la riqueza de estos basureros aumentará, pero también su peligrosidad. Y para terminar, no olvidemos que hay niños en busca de las riquezas que guardan, pero que desgraciadamente pueden contagiarse con los elementos nocivos, algunos de los cuales puede causar la muerte.

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