Opinión

No todo es oro en las renovables

Cuando se suprimieron los cupos del Régimen Especial de energía (la asignación de retribución económica para nuevas instalaciones de redes eléctricas de distribución y transporte procedente del tratamiento de residuos, biomasa, hidráulica, eólica, solar y cogeneración) se insinuó que no estas instalaciones no eran rentables, apoderándose la incertidumbre sobre su futuro. Sucede en casi todos los países porque, en primer lugar, el Factor de Capacidad (FC) de las renovables, que mide la energía que se produce en relación con la que podría producir al 100%, es muy bajo: las eólicas tienen un FC del 32-47%, dependiendo de la intensidad del aire y la solar, 17-28%, según la nubosidad. En segundo lugar, producen electricidad de bajo voltaje, con lo que hay que elevarlo para transportarla a los lugares de consumo. Y no podemos olvidar la dependencia de los acumuladores (baterías contaminantes) y la Central de respaldo, que utiliza productos fósiles, con producción, entre otros, de CO2 y NO2. Para producir 1.000 MW, la eólica necesita un área de 100 Km2; la solar una de 60 (CNE-Comisión Nacional de Energía).

Para ser competitivos, nacieron nuevos sistemas cómo la solar-térmica. En España, 50 centrales producen el 4,41% de la demanda. Diecisiete de ellas están en Extremadura, la mayor de tipo “concentradores lineares-Tubularea”, ocupa 110 hectáreas y un área de apertura de 300 kilómetros cuadrados, y produce 400°C para calentar el agua que genera la energía. La última instalada es Ivanpah (USA) en una superficie de 13 km2, en el desierto de Mojave. Produce 390 MW, con más de 300.000 espejos (concentradores puntuales) formando círculos concéntricos controlados por ordenador para seguir al sol, en torno a tres torres de 140 metros de altura, cuya luz reflejada llega a la a lo alto de las torres que contienen agua y con cuyo vapor mueve los generadores eléctricos. Ocupan grandes superficie que modifican el reflejo de solar anterior, lo cual, junto la disipación del calor, altera el microclima de la zona.

En el mar, las novedades son las “offshore”: aerogeneradores colocados sobre el mar, turbinas marinas con grandes hélices que aprovechan la fuerza de las mareas, y boyas que, con las olas oceánicas, activan las bombas que empujan el agua a presión a través de las turbinas que generan la energía. Influyen en las corrientes marinas y, por lo tanto, en el clima.

Te puede interesar