Opinión

No se pueden poner puertas al campo

Desde el inicio de este siglo todas las ciencias avanzan a una velocidad nunca vista. Algo de ello se vislumbraba en la última década del siglo pasado, con los inicios de lo que estamos viviendo y disfrutamos hoy, sabiendo que muchas de las tecnologías cuando se compran prácticamente están obsoletas. En el campo de la genética, de la nanotecnología y de la biotecnología, todas ellas cada vez más relacionadas, nos proporcionan sorpresas frecuentemente. Desde el principio, y me remonto a la oveja Dolly, pensamos que deberíamos tener como límite que no se podría atravesar el de la ética humana; defendí esos mismos principios en la primera década de este siglo, y a día de hoy compruebo que se han traspasado varios y que no es posible parar los avances científicos y tecnológicos, sean buenos o malos para la humanidad. La ética, al menos la que conocemos hasta hora, ha sido superada. Tema que planteaba el dr. Miguel Abad en su artículo en La Región “Homo Novus”. 

En la biogenética se empezaron a ver los peligros al margen de los enormes beneficios que conllevan. Uno es el avance en la radioterapia, donde se ha dado un paso importantísimo con la braquiterapia que actúa solo sobre las células malignas y reduce el tiempo de tratamiento. Otro gran avance es detectar el cáncer por medio de la sangre en lugar de la biopsia. El gran avance es en la inmunoterapia, como sustitución de la quimioterapia: se trata de que sean nuestras defensas las que destruya las células malignas. En otra ocasión hable de lo favorable que podría ser para muchas enfermedades el CRISPR o secuencia de ADN de bacterias. La sorpresa saltó hace unas semanas en China, con una de las secuencias de CRISPR-Cas9, una de las más sencillas, el anuncio del nacimiento de dos niñas que podrían ser los primeros seres humanos modificados genéticamente. En pocas palabras, se pueden generar seres humanos sin ayuda del hombre, un peligro que se veía venir, como dije antes, con el nacimiento de la oveja Dolly.

Paralelamente, y quizás con menos repercusión, los avances tecnológicos fueron fulminantes, a lo que ayudó muchísimo la nanotecnología. Creció la inteligencia artificial (la IA) una de las grandes esperanzas y también otro de los peligros para el ser humano.

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