Opinión

Que será de Ana

Está malito Luis Eduardo Aute. Muy malito. Desde el 8 de agosto yace inmóvil en la desolada habitación del hospital. Sus amigos le acaban de hacer un homenaje. Todo el mundo de la música estuvo en los conciertos de Madrid y Barcelona.

Cómo pasa el tiempo. Mira tú. Éramos tan jóvenes tan progres, tan rebeldes. Ah, y tan inocentes. La universidad ardía aquel 27 de septiembre de 1975. El general ferrolano no tuvo piedad, cinco hombres fueron pasados por las armas.

Ay, “Al alba”. Una noche en el pub Santa Bárbara, un garito del que hablé en alguna ocasión y a donde acudíamos aquella generación que lucía trenca y barbas a lo Che, me contó cómo nació: “Fue justo el día antes: en el periódico vi los rostros de los que iban a morir. Créeme, entré en una especie de estado de trance, tomé el lápiz y escribí en mi gastado bloc la canción. Tuve suerte, la letra sorteó la mirada corrosiva del censor”.

Por fin ellas recuperan su dignidad. Recuerdo aquellas chicas que iban a la facultad con los vinilos de Aute. Todas estudiaban Filosofía. Extensa melena, botas de piel de becerra, su pantalón de pana y el jersey negro cuello de cisne. Qué envidia, todas estaban enamoradas de Luis Eduardo. Eran chicas valientes, combativas, utópicas. La primera generación que descubrió los libros de Simone de Beauvoir. En sus bolsos nunca faltaba “Le deuxième sexe”. Todas subrayaban esta cita: “No se nace mujer, llega una a serlo”. 

Qué será de Ana. Tan soñadora, tan líder, tan ingenua. Cómo amaba a Aute. Era de la ORT o de la Liga Comunista. Eran tantos los partidos, hasta existía el “maoísta”. 

La facultad hierve. Venga, asamblea. Ahí está Ana megáfono en mano: “Hay que organizarse en grupos de diez. La primera movida en la glorieta de Bilbao; detener el tráfico, llenar el suelo de octavillas, quemar contenedores, cruzar coches y volcarlos con decisión. Cuando lleguen los grises ya estamos en Princesa. Otra vez lo mismo”. 

Ay, qué será de Ana. Aquel día, 27 de septiembre del 75, víspera de la tragedia la vi ilustrar en la gran pizarra cómo hacer un potente cóctel molotov: “Todo el mundo con botellas de vidrio de un litro en el bolso envueltas en papel de periódico. Un tercio de gasolina, otro de aceite de motor,…Cubrid la cara. Se lanza con fiereza desde la cadera…”.

Esta es la generación que más amó a Aute. Allá en el colegio San Juan Evangelista actuaba con frecuencia. Ellas agotaban los tiques enseguida. Cómo las seducía su voz desvaída y apasionada: “Fue en ese cine, te acuerdas;/ en una mañana al este del edén,/ James Dean tiraba piedras a una casa blanca;/ entonces te besé/ y a la salida en la puerta nos pidió un triste inspector nuestros carnets./ Llámame el día que puedas,/ date prisa que ya son las cuatro y diez”. 

Cómo es el destino. Justo el 8 de diciembre del 80, mi editorial “La banda de Moebius” me envió a casa de Aute a pedirle un texto urgente. Era otro día terrible. Las gafas redondas de John Lennon se habían estrellado en el suelo del edifico Dakota. Me recibió pálido y abatido. Recuerdo su cubil desordenado. La idea era un libro colectivo de homenaje a John en el que yo colaboré. Salí tan conmovido que atravesé a pie medio Madrid hasta la editorial. Lo demás ya lo sabes, hermano. Escritor, cineasta, pintor, fotógrafo, escultor y bardo. Todo lo hace bien. 

(¿Dónde estás, Ana?. Qué daría por escuchar a tu lado una vez más nuestra canción: “Si yo sólo pasaba, pasaba por aquí./ Pasaba por aquí,/ ningún teléfono cerca y no lo pude resistir./ pasaba por aquí…”)

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