Opinión

Corruopción y desafección

Una de las características del tiempo que nos ha tocado en suerte es la profunda desafección ciudadana frente a la política, frente a las cosas de la res pública. Para unos como consecuencia de la aguda y dura crisis económica de estos años, para otros como resultado de la creciente corrupción que ha asolado el planeta de uno a otro confín en nuestros días.

Sin embargo, crisis económica y corrupción están más entrelazadas de lo que podría parecer. Así lo sostiene nada menos que Marin Mrcela, actual presidente de GRECO, Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa, para quien la corrupción ha sido, al menos en algunos países europeos, el origen de la crisis financiera.

En efecto, la corrupción produce un descenso en la recaudación fiscal, provoca un descenso de la inversión extranjera y afecta negativamente al crecimiento económico de los países. Además, socava los programas de gasto, reduce los depósitos bancarios de los ciudadanos y el crédito al sector privado, dificulta el cobro de la deuda, aumenta el coste de las obras públicas y baja la calidad de las inversiones públicas. Es decir, como señala Mrcela, la corrupción tiene un efecto importante en el funcionamiento económico y, por ello, no puede desvincularse, de ningún modo, de la crisis financiera y de la falta de confianza en las instituciones públicas.

La falta de confianza en las instituciones públicas tiene mucho que ver, también, en la corrupción que habita al interior de los partidos políticos. Es más,   una de las causas de la actual desafección que caracteriza la posición de los ciudadanos en relación con la vida política tiene que ver, y no poco, con la estructura y organización de los partidos. En efecto, jerarquía y verticalidad sin contrastes dominan la escena de la vida partidaria. Las decisiones se adoptan en el vértice y se imponen al resto de la organización prácticamente sin participación. Todo lo más se escucha a quienes no tienen más remedio que adherirse a los caprichos y veleidades del que manda.  Claro, así nos va y, mes a mes, este también, el CIS sigue confirmando la opinión general sobre esta cuestión.

Te puede interesar