Opinión

La educación ciudadana

La educación cívica, la educación para la participación en el espacio público, la educación en los valores y cualidades democráticas, la educación sobre la responsabilidad ciudadana, no sólo no es un problema, sino que es, me parece, algo imprescindible para que los ciudadanos conozcamos mejor los fundamentos de la democracia.

Que se explique que el Estado existe y se justifica en la medida en que, a su través, los ciudadanos están en mejores condiciones vitales para el ejercicio solidario de la libertad, es fundamental. Que se transmita que los derechos fundamentales de la persona se tienen, no por concesión graciosa del poder, sino por pertenecer a la especie humana, es básico. Que se anime a la ciudadanía a la participación cívica para que el interés general deje de ser un reducto de especialistas y tecnócratas y se convierta en algo vivo, real y a disposición de todos, es, igualmente, capital.

Sin embargo, esta materia debe garantizar la pluralidad sin tomar partido alguno acerca de cuestiones que pertenecen a la libertad de las personas y sobre las que de hecho existen posiciones variadas. El Estado no debe adoctrinar sino fomentar el pluralismo y la libertad puesto que desde el poder no es legítimo ni lícito defender posturas que lesionen y menguan las libertades y convicciones morales de los ciudadanos.

Desde hace algún tiempo vengo llamando la atención sobre esta peculiar dictadura de las minorías que deja desprotegida a mayorías sociales que ven cómo se imponen determinadas maneras de entender la vida sin que nadie las defienda frente a tales desafíos. Ejercer la objeción de conciencia es, en este caso, la principal expresión de la libertad de pensamiento que tienen los ciudadanos cuándo su conciencia resulte quebrantada por alguna disposición del poder.

 Educación ciudadana, por supuesto, pero para la libertad y en un ambiente de pluralismo.  Con sólidas fundamentaciones y argumentaciones  sobre libertad solidaria, participación, responsabilidad, derechos fundamentales, deberes fundamentales y, sobre todo, sobre la defensa, protección y promoción de la dignidad humana. Casi nada.

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