Puede la ACB obviar la ley? Sí. ¿Se saldrá con la suya? No. La huida hacia adelante del lunes no tiene recorrido. Porque sus chapuzas y parches de cada verano la han dejado ya sin credibilidad. Segundo porque la opinión generalizada está en contra de sus último capricho y eso de por sí ya supone un grito de auxilio al CSD.
Ya no es el COB. Es el deporte en general y sus aficionados y practicantes los que le piden al CSD que detenga este disparate recurrente. La Asamblea dejó al descubierto la arbitrariedad, el caciquismo y lo rancio de un modelo que se ha destruido a sí mismo. Una ACB que cierra al margen de la ley la ventana al aire fresco que necesita para volver a coger impulso o al menos paralizar su constante caída libre. Amarrada por clubes que la dominan mientras esperan el momento para abandonarla.
El COB abandera ahora una ruptura innegociable con el presente del baloncesto nacional. No es Ourense ni es la ACB. Es la pirámide completa de un deporte del que se caen clubes y ciudades cada verano. La ACB puede seguir induciendo al suicidio al baloncesto pero eso es delito y debe pagar por ello.
