Opinión

Cómo perder, seña de identidad

La forma de perder es a veces tan importante como ganar. No suma en la clasificación pero ayuda a entender porqué en la gran mayoría de los partidos anteriores el resultado fue otro. Es el tamiz que diferencia a los equipos buenos de los equipos ganadores. El COB tiene más similitudes con los segundos que con los primeros.

Huérfano de apoyo de pilares habituales en momentos clave y carente de acierto en un tiro exterior que ha sido sustento en partidos sobresalientes, los ourensanos tuvieron el triunfo tan próximo como en citas precedentes. Esta vez salió cruz. No pasa nada.

Rivero no estuvo bien. No anotó esas dos canastas ganadoras en los tiros definitivos. Arco, más de lo mismo. No tuvo opciones para anotar y cuando quiso recuperar el terreno perdido cayó en el error por exceso. Y Rejón tampoco. De más a menos hasta acabar jugando con un ojo en los árbitros, el otro en el banquillo, un codo en Fakuade y otro en Alzamora. Demasiada dispersión.

Ni Fieler, ni Martínez, ni Díaz... Y con todo eso el COB se agarró al partido sin arabescos ni triquiñuelas. Siguió jugando su baloncesto conceptual pero con predisposición a la decisión individual, sustentado en el carácter de Suka-Umu y la eficacia de Busma pero siempre desde la intensidad defensiva. Una seña de identidad que le da para llegar al parón copero como líder y para aumentar la cifra de seguidores cada partido que pasa.

Esta vez el tiro libre no entró, la buena defensa de Suka-Umu la penalizó Kaufmanis con dos canastones indefendibles y el rebote de turno al final de posesión que toca en el aro y lo palmean cuatro se acabó yendo caprichosamente a manos visitantes. Todo eso hizo falta para que el COB saliese con la mueca torcida pero con la cabeza igual de alta.

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