Opinión

¿Angustiados?

Este Domingo de Carnaval en el que la gente se relaja, disfruta, corre, baila y se divierte, es una jornada propicia para un delicioso bando de Tierno Galván, que ya en una ocasión le dedicó uno a la manera de “retozar” con su genial ingenio y pluma. Por eso hablemos hoy de una manera de ver la vida por parte de algunos. Es, la angustia, una inquietante actitud que ejercen en demasía los avaros y similares. Si les digo la verdad, a mí me cuesta vivir y acompañar a personas siempre angustiadas, preocupadas perennemente por el dinero, por el mañana, por el puesto, el honor, el qué dirán y otras actitudes que hacen sufrir al que las profesa pero también a los que vamos al lado. Lo que tenga que venir vendrá y lo que ha de acontecer acontecerá. A nosotros nos toca cumplir el refrán castellano: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Poner de nuestra parte todo, que lo demás toca a otro concederlo. Es el dilema entre el dinero, las cosas y el bienestar.

Sin duda alguna bien sabe Dios lo que necesitamos y que somos bastante más que los pajarillos o los lirios hermosos del campo. Nunca unos padres normales se olvidan del cuidado de sus hijos. Pero hoy en día vivimos en la cultura del dinero y por más que vituperamos al capitalismo estamos inmersos en sus redes que llevan al consumir en demasía, a almacenar más y más dinero y a la continua corrupción que nos agobia por todas partes.

Tengo experiencias inolvidables de haber sido albacea de varias personas y ver las reacciones de algunos herederos a la hora de dividir los bienes de las personas fallecidas. Se rompen familias, se quiebran amistades y se cometen las más esperpénticas situaciones. Primero los herederos de sangre pero después, y mucho peor los hijas e hijos políticos. Unos que se pelean por dos sillas, la otra nuera que esconde una bandeja de plata bajo la falda… Un sinfín de muestras de ese afán angustioso en busca de almacenar cosas ¿para qué si a lo mejor ni las va a disfrutar?

Conocí a ricos cuyos últimos momentos fueron trágicos por tener que dejarlo todo, pero también pobres que fallecen con una sonrisa en los labios y amando intensamente a sus deudos que nada iban a recibir. Es el momento de la partida, la escena que tantos corruptos y avariciosos debieran tener presente para, sin aferrarse a “sus” cosas, “su” dinero y “sus” honores, afrontar momentos decisivos sin la angustia que perturba y destruye.

El ejemplo que pone el Evangelio de los lirios y los pajarillos del campo es contundente y ello es lo que nos debe mover a mirar adelante e incluso celebrar un carnaval con gozo e ilusión sin angustia, ni avaricia, ni corrupción. Porque mirar atrás y a lo malo que todos tenemos para nada sirve más que para entristecernos. Y este mundo necesita de la alegría, la ilusión y la mirada hacia adelante siempre.

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