Opinión

Contagiar alegría

Personalmente siempre que puedo me gusta seguir el programa de TVE “Saber y ganar”. Se aprenden muchas cosas y se actualizan otras. En uno de los programas salió una frase que confieso que desconocía y que me viene bien para este IIIª Domingo de Adviento o de “Gaudete” (alegría). Era una célebre frase de Bob Marley que recoge una idea que debiera ser la tónica para cuantos deambulamos por este planeta tantas veces convulso. Decía él: “Deja que tu sonrisa cambie el mundo; pero jamás dejes que el mundo cambie tu sonrisa”. Si a esto unimos la de Kennedy, de todos conocida: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”, tendremos un buen plan para defendernos en la vida diaria.

Porque considero que hay personas que gozan incordiando y viendo todo en negativo, pesimistas por naturaleza; pero también otros que gozan con el mal ajeno, lo cual es la antítesis de lo que debiera ser la convivencia. Y parece que algunos se empeñan reiteradamente en ver lo malo que nos merodea olvidando la inmensidad de cosas buenas que tenemos en nuestro alrededor. Son los aguafiestas y los incordiantes profesionales que utilizan todas sus energías para ver los defectos del que va a nuestro lado.

Recuerdo que allá por los años setenta, en una célebre reunión en la Casa de Ejercicios de Vistahermosa, ante la intervención de un buen señor de los que ven la vida en blanco y negro, le respondió otro sensato y prudente, y le dijo que en cualquier familia o en cualquier organización, empresa o agrupación, siempre hay algún momento agrio. Si hacemos un vídeo recogiendo únicamente esos momentos de tensión, estaríamos tergiversando la realidad. Las mismas familias algunas veces discuten, pero son infinitamente más los momentos de alegría, paz y amor.

Por eso vienen muy bien las reflexiones de Bob Marley y de Kennedy. El optimismo y la alegría únicamente es posible en personas que saben mirar hacia adelante, afrontar el futuro con la ilusión de que sea un poco mejor que el presente y considerar a los otros como personas siguiendo aquello del lema de la Revolución Francesa: “la fraternité”, que muchos olvidan. Nunca la igualdad y la libertad serán verdaderas sin tener presente lo de la fraternidad, que engendra concordia, entendimiento y cercanía pensando que en este mundo todos somos iguales porque somos hijos de un mismo padre. De ahí la fraternidad.

Es fácil protestar, incluso más visible manifestarse y vociferar. Muy rápido unos piquetes destruyen un edificio que lleva años construirlo. Pues en el mundo acontece lo mismo, cargarse el medio ambiente y las relaciones humanas basta que uno toque un botón y comience una guerra. Luchar por la paz ya vemos los esfuerzos que supone.

Si todos nos empeñásemos en contagiar alegría el mundo sería bien diferente y más habitable.

Te puede interesar