Opinión

El corolario de aquel verano movido

Yo me pregunto cuando el Gobierno y la oposición se sentarán a evaluarse mutuamente y fijarse en los problemas reales del país. Porque dan la impresión de que divagar, mirar para otro lado y tapar con algunos temas menos trascendentes es la tónica. Porque ¿acaso son los másters y la exhumación de Franco los “más graves” problemas de este país? Tengo mis dudas.

Centrándonos en este tema ¿son tan importantes los mentados másters e incluso tesis? Para mi el problema es bien distinto. Se trata de una educación de calidad, seria y de contenidos, de una formación en valores y principios olvidándonos de una vez por todas del célebre “recorta y pega”. Parece que con un puñado de folios redactados de prisa y corriendo uno ya se convierte en un “intelectual” de clase y con patente de corso par cualquier cosa. Esto es lo triste. Me imagino que sesudos catedráticos de antaño estarán escandalizados al ver a donde ha llegado la cosa. Eran años y años y horas interminables las que dedicaban a investigar y así salían tesis y másters que decían algo y eran punto de referencia, creando incluso acervo cultural y elevando el conocimiento de la materia que trataban en el trabajo. Y todo ello con centenares de folios e incontables citas investigadas llegando a crear jurisprudencia.

Por eso el problema de los másters, a mi modo de ver, es un fruto del sistema y faltaría que las autoridades educativas se decidieran de una vez a hacer serias auditorias a ciertas universidades convertidas en verdaderos “coladeros”. Este es el problema, porque ni las tesis ni los másters en su inmensa mayoría y por este sistema van a servir para casi nada. Seamos sinceros. El estudio especializado requiere constancia y dedicación plena y los tribunales debieran ser siempre notables por su competencia. Regalar títulos para simplemente favorecer a amigos dispensándoles de la necesaria dedicación al tema suena a, si me permiten la expresión, puro y duro “cachondeo”. Así salen algunos. Son lógicas las consecuencias que rebajan el nivel, reducen la especialidad, denigrando en definitiva a la disciplina cursada con interés y presencia.

Me pregunto muchas veces por la situación de tantas familias que mandan a sus hijos a la universidad con gran sacrifico económico durante años para que sus hijos logren un máster. Y muchos de manera constante se esfuerzan al máximo para lograr su titulo. Ante la situación que comentamos imagino la frustración de esas familias y la desilusión de esos jóvenes responsables que le dedican tantas horas. Es una de las más grandes injusticias que recaen, como casi siempre, sobre los más débiles e inocentes.

Bien están las auditorias en esas universidades sobre las que debiera recaer el peso de la ley. Eso es lo grave. Las comparaciones aquí son necesarias y contemplar estas situaciones académicas es denigrante. Tanto las tesis como los másters necesitan leyes certeras, justas y sobre todo que contribuyan en bien de la ciencia que es de lo que se trata. Cuando uno recorre los claustros de la Universidad Pontificia de Salamanca y ve esculpidos en la piedra los nombres de tantos ilustres alumnos que lograron sus tesis con tanto esfuerzo de años, el modo como se consiguen ahora algunos títulos sonroja y produce perplejidad suma. Por cinco desaprensivos, muchos alumnos que trabajan y se esfuerzan llegan estos títulos devaluados y desprestigiados

Esperemos que la justicia ponga a cada uno en su sitio incluso cerrando, si preciso fuere, algunas universidades que alegremente “distribuyen” galardones.

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