Opinión

Cinco energúmenos y la sutileza de una sentencia

Un clamor popular guiado por un instinto colectivo en una reacción similar a la del 11-M en versión puramente femenina. A la perplejidad que rodea a la tristemente célebre sentencia se une ahora la opinión de técnicos juristas hablando de la sutiliza de la misma. Ahora en libertad la célebre “manada”. Y además el intento de un condenado que trata de huir e incluso perpetrar un robo hace días.

El presidente del  Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, afirmó, tras ver el fallo, que: “Las descalificaciones emanadas de personas que ostentan responsabilidades públicas, comprometen gravemente la confianza que nuestro sistema de justicia merece de los ciudadanos, debiendo recordarse que es nuestra Constitución la que establece una justicia impartida por jueces y magistrados profesionales, independientes e imparciales. En este caso, como en todos, debe respetarse el derecho a la libertad de expresión. El tribunal ha valorado 'minuciosamente', en relación con los hechos imputados, todos los elementos de prueba aportados por las partes de acuerdo con la ley y de conformidad con la jurisprudencia que resulta de aplicación, siendo estos los únicos criterios a los que están sometidos los jueces el más importante baluarte para la protección y defensa de todas las víctimas”.

Ante la sentencia, pasado un tiempo, vienen a mi memoria dos reflexiones para hoy. Por una parte justificar plenamente esa mayoritaria protesta femenina. Ya está bien de tanta violencia de género y hora es llegado el día en que la mujer ocupe plenamente el lugar que le corresponde en la sociedad. Bastantes siglos han estado postergadas las mujeres y este brote tal vez sea histórico. Y esta sentencia para ellas y para muchos nos resulta inexplicable provocando los reiterados tumultos. La ley debe adecuarse a las circunstancias actuales para ser cumplida en consecuencia. Hasta aquí plenamente de acuerdo. Con total apoyo. Pero también hay que examinar las razones de ese brote popular que es fruto de la presión de siglos que ha llenado cementerios de mujeres maltratadas.

Una pregunta nada más para cuantos con más conocimientos jurídicos hablan de sutileza a la hora de juzgar. ¿Acaso la chica entró en el portal navarro voluntariamente con esos cinco impresentables energúmenos o más bien la llevaron violentamente? ¿Cómo pretendían que actuase ante semejantes e incalificables atropellos? ¿Por la fuerza? Temiendo por su vida lógicamente le quedaba una única actitud que fue la de callar temiendo la muerte. Aquí radica mi criterio para ver que ostensiblemente ha habido violencia.

Todo esto y esas presiones seculares de las que hablamos provocan las reacciones que está habiendo ante una actuación judicial plagada de prejuicios y estereotipos de género en un sentido u otro.

Hay que aceptar las sentencias judiciales porque si también este poder se pone en tela de juicio ¿qué le resta a las columnas del Estado? Esta es la más grave cuestión. El desprestigio de los custodios de la ciudadanía, de sus deberes y derechos. Ya se preguntaban los latinos: “¿Quién custodia a los que custodian?”

Por eso el clamor debe ser sobre todo para la promulgación de una ley renovada y actual. A la judicatura le compete cumplir y hacer cumplir las leyes tal como están. Poner a los jueces en el centro de la cuestión me parece fuera de lugar. En todo caso el clamor debe ir encaminado hacia ese nueva ley necesaria. Intimidar, boicotear y menospreciar a los tribunales a lo único que puede llevar es a condicionarles gravemente lo cual para cualquier Estado de Derecho es el punto más grave. Solo una justicia eficaz, fuerte y sólida puede poner las cosas en su sitio.

Te puede interesar