Opinión

¿Imponer o proponer?

El gran problema que está atravesando el mundo moderno tiene un sustrato religioso y lo está pagando la misma sociedad. La gran contradicción: por un lado se habla de libertad y globalización y por otro los radicales pretenden imponerse. El cardenal de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal acaba de hacer unas declaraciones con motivo de las masacres catalanas. Dice monseñor Blázquez: “Ninguna idea religiosa justifica la violencia. La fe no se impone, se propone; desvinculando la violencia de la fe que no se transmite violentamente. La persona responde desde la libertad más profunda para decir sí a Dios”. 

La idea viene ya de Benedicto XV cuando el 2 de octubre de 2008 dijo textualmente: “La Iglesia no impone, sino que propone libremente la fe católica, Precisamente por eso está prohibida toda forma de proselitismo que obligue o induzca y atraiga a alguien. Una persona debe poder realizar libremente esta íntima aspiración que beneficia al individuo y a la sociedad”. Afirmó: “Frente a la plaga de la violencia y del terrorismo y la difusión del extremismo y del fundamentalismo en el mundo, es necesario contrastar estos flagelos con intervenciones legislativas; profesar la propia fe libremente es uno de los derechos humanos fundamentales y universalmente reconocidos”. Afirmaciones de máxima actualidad. Debiera ser normal que cada credo propusiese sus ideas con naturalidad; lo lógico y lo que debiera ser comúnmente aceptado. Es la libertad religiosa que cada cual pudiese aceptar o rechazar sin presiones. Lo contrario es algo trasnochado y que a nada bueno conduce.El concepto universalmente admitido de Dios es sinónimo de paz, de amor, de diálogo.

Está en juego la fe de cada uno, que puede admitirlo o rechazarlo sin estridencias. Por eso, que se pretenda matar en nombre de ese Ser Supremo, de la causa de las causas, del motor inmóvil, de la suma belleza y bondad, o la necesidad de un ser inteligente que gobierne el mundo, todo lo creado tan efímero, es un contrasentido. Además, nunca podremos imaginar un absurdo. Si quisiéramos pensar en un balón cuadrado estaríamos imaginando un cubo. Tiene que existir. 

Incluso a aquellos ateos o agnósticos es necesario respetarlos. Es su opción tan respetable como cualquier otra. Esta es la verdadera línea que todos los humanos debiéramos sostener. El respeto y la convivencia exigen comprensión para con todos los que piensan distinto. Lo contrario es convertirse en sectarios. 

La reacción de toda la gente de bien, con corazón y sentimientos, ante los incomprensibles ataques, es la postura lógica de seres humanos. La humanidad de quienes cometen estas masacres está muy en causa. Y si estos son todavía personas tan jóvenes, la gravedad se acentúa. ¿Quiénes son tan viles que llegan a “catequizar” de una manera perversa a una juventud que debe ser el futuro del planeta? Da pena y lástima ver rostros juveniles inmersos en estas masacres. Y además, el precio de esta guerra real a ellos les sale muy barata: alquilar un coche y arremeter contra quien se ponga delante es muy barato, pero impagable para las víctimas.

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