Opinión

Las dos casas

Hace días una buena amiga, Fátima Bello, me enviaba un adjunto muy interesante. Una simple frase con gran contenido. Se leía allí: “Para que la escuela sea la segunda casa, la casa tiene que ser a primera escuela”. Una verdad que todas las comunidades educativas debieran asumir y las autoridades académicas legislar. Porque únicamente la educación estará en el camino cierto cuando esas dos casas vayan al unísono en igualdad de esfuerzo. Cuando los desencuentros entre la escuela y las familias se instalan en ese esfuerzo nunca podrá ser medianamente buena la educación y quienes lo pagan van a ser siempre los mismos: los alumnos.

Con cierta frecuencia afloran enfrentamientos entre algunos padres que van al colegio a protestar dándole siempre la razón al hijo como principio cuando en realidad puede haber casos que sean ciertos, pero que en la mayoría les falta la razón por la vagancia del alumno, por su temperamento e incluso por su inadaptación al centro. La “medicina” en estos casos pasa por el diálogo y el entendimiento entre padres y profesores. Lo contrario mina la educación. Ni siempre tienen razón los alumnos ni siempre los profesores.

Además, en la actualidad la moda pasa por atiborrar a los alumnos con actividades extraescolares cuando hay casos en los que todas las horas son pocas para el estudio e incluso para vivir el clima familiar tantas veces interrumpido con las nuevas tecnologías y los móviles, que sirven para poco más que para ejercer la agilidad de los dedos.

Ocurre, por otra parte, algo increíblemente grave, que es el continuo cambio de planes escolares al socaire del gobierno de turno. Cada gobierno una ley y cada ley un cambio y cada cambio un desequilibrio. Entre otras muchas cosas, debiera legislarse claramente sobre los libros de texto. Es una verdadera vergüenza el continuo cambio de textos que de un año para otro hay que tirar, privando a los hermanos más pequeños de utilizarlos en cursos siguientes. Es vergonzante el negocio de las editoriales que pagan siempre las familias.

Para todo esto, y volviendo al comienzo, el problema es el de las dos casas que cada día debieran ir más al unísono. De nada valdrán las enseñanzas de las aulas si después en casa no se controla y ayuda en la línea de la pedagogía que reciben en las aulas. Ya podrán ser profesores muy buenos, pero sin la ayuda de casa de nada va a servir.

Sin duda alguna es la formación la meta más importante de la sociedad. Con valores, contenidos y motivaciones. Porque, y esa es otra, ni todos sirven para arquitectos, ni todos para médicos. También la agricultura debiera ser una opción a proponer y con ello ganaría el campo. Porque la categoría de una persona va más allá del paso por la universidad.

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