Opinión

El magisterio de uun gran Papa

El pontificado del Papa Pablo VI posiblemente haya sido uno de los más densos del siglo XX. Por la época de cambios que atravesó y sobre todo, por la visión de futuro que manifiesta en todo su magisterio. Tal vez su timidez le impidió publicar más Encíclicas. Fueron siete y suele decirse que ante las reacciones habidas ante la última, “Humanae Vitae”, el papa se refugió en su estilo reduciendo sus enseñanzas a exhortaciones(14) que poseen, a nivel eclesial, menos categoría. Con todo éstas tienen una gran densidad doctrinal.

Estas fueron las siete encíclicas: “Ecclesiam Suam”(6.7.64),”Mense maio” (29.4.65), “Mysterium Fidei” (3.9.65), “Christi Matri” (15.9.66), “Populorum Progressio” (26.3.67), “Sacerdotalis Caelibatus” (24.6.67) y “Humanae Vitae” 25.7.68).

Y estas sus exhortaciones: “Cum póximus”(14.8.63), “E peregrinatione reversi”(15.1.64),”Quarta sessio”(28.8.65), “Postrema sessio”(4.11.65), “Petrum et Paulum Apostolos”(22.2.67), “Signum Magnum”(13.5.67), “Recurrens mensis october” (7.10.69), “Quinque iam anni” (8.12.70), “Evangelica testificatio”(29,6,71), “Marialis cultus” (2.2.74), “Nobis in Animo” (25.3.74), “Paterna cum benevolentia”(8.12.74), “Gaudete in Domino” (9.5.75) y “Evangelii nuntiandi”(8.12.75).

Pero sobresale el llamado “Credo del Pueblo de Dios”, solemne profesión de Pablo VI pronunciada  el 30 de junio de 1968, al concluir el Año de la fe proclamado con motivo del XlX centenario del martirio de Pedro y Pablo.

En sus tres últimos años, la edad le pesaba y dejó de publicar documentos importantes. Al final estaba muy disminuido físicamente. Personalmente, en la última “Visita ad Limina” de los obispos españoles le vi muy bajo con una voz muy tenue y poca movilidad.

Su magisterio ha quedado ahí y sigue teniendo una palpitante actualidad. Fue un papa que supo conectar y ver los problemas de una sociedad de profundos cambios. Por eso, como se puede colegir de sus publicaciones, fue capaz de abordar con hondura los problemas del momento presente.

Pablo VI jamás habla para “la galería” y al abordar los distintos temas jamás piensa en el lucimiento personal. Dice lo que el mundo en aquellos momentos debe oír y nunca lo que le gustaría oír. Así, por ejemplo, en la “Sacerdotalis Caelibatus” y en la “Humanae vitae”, que disgustos le causaron porque, aún cuando fue el motor del “aggiornamento” no rehusó exponer con crudeza los problemas siguiendo el sentir evangélico. Y para ello se rodeó de asesores de categoría mundial como en el caso de la “Humanae vitae”. Afirman algunos que ante la reacción por esta última Encíclica, se encerró y dejó de publicar.

Tenía presente el sentir secular de la Iglesia en todos los temas que trataba. Su centro era el diálogo propugnado en la “Ecclesiam Suam” pero siempre desde la fidelidad al dogma eclesial. Trató de propagar la doctrina de siempre pero con lenguaje y estilo del momento. Que, por cierto, su estilo literario era siempre óptimo. Fue un seguidor del filosofo francés J. Maritain, su autor preferido y a quien se llegó a rumorear que deseaba conceder el cardenalato.

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