Opinión

El pescado, cada día más barato

Hola, buenas tardes, somos ocho para comer. ¿Tiene mesa libre?
-Sí, sí. Pasen, pasen.
-Veo que están en promoción los productos del mar.
-Sí, ya lleva una temporada.
-Pues entonces, por favor, prepárenos un menú a base de mariscos y pescados.
-Enseguida. Pueden tomar asiento. ¿Desean algo más para empezar?
-Si el pescado está bueno, es suficiente.
-Muy bien, gracias.
Al poco rato nuestra mesa rebosaba de productos del mar y de río que fuimos degustando ocho amigos...
-Oiga camarero ¿y esta promoción?.
-Sí, señor, es que el río y el mar están muy revueltos y entonces, ya sabe, ganancia de pescadores...
-¿Dónde, dónde están los pescadores atrevidos a rescatar ricos percebes?
-Por todas partes, señor... ¡Mire, vea, como van uno tras otro esposados!...

Pero, ¡vaya por Dios!, nada más oír la respuesta, el despertador de mi mesilla, que se encarga de recordarme que son las seis de la mañana, va y me despierta de aquel placentero y gastronómico sueño. ¡Con lo bien que lo estábamos pasando...! Me quedé con las ganas de poder contar el número de pescadores y de localizarlos a todos. Me resultó imposible en mi sueño de aquella noche otoñal en la que el calor del verano en Lisboa nos continuaba atosigando.

¡Los pescadores! Ya ven, porque son ustedes muy inteligentes, que abundan como la ruda en este mar tempestuoso que es la cosa pública, la política. Incontables desaprensivos y oportunistas, eso, eso, "oportunistas" dispuestos a mirar para otro lado de la crisis y ponerse morados de tanto pescado, incontables clases de marisco y, lo que es más reconfortante para ellos, llenando sus bolsillos para repetir la mariscada cuando se les antoje y su cuerpo se las pida.

Es la época, por lo que se colige, de esos "pescadores" y también de los futbolistas para quienes la crisis ni les suena. Porque el río anda tan, pero tan revuelto, que es propicio para la pillería, el saqueo, el pelotazo, la buena vida de unos cuantos y los maletines que van y vienen allende las fronteras en un corte de mangas permanente a los demás, de sujetos sin escrúpulos y personajes espumosos que han crecido de la noche a la mañana descubriendo el porqué del refrán: "Si cabras no tienes y vendes cabritos ¿de dónde te salen esos animalitos?". Pues eso, salen del río revuelto y la marejada del mar.

En el fondo estos "pescadores" son la pandemia actual, porque haberlos haylos también fuera de las fronteras. Es la cultura del momento, la práctica de la orfandad tremenda de verdaderos líderes que tiene el mundo actual. La cultura del tener a la que le importa un comino que el otro lo pase mal en el piso de al lado, que mueran niños de hambre y que la mendicidad pulule por doquier.

Claro que a lo mejor lee esto alguno de esos pescadores y me llamará demagogo y a lo mejor hasta tiene razón, pero es lo que hay con demagogia o sin ella. Por eso me parece que me voy a volver a la cama y seguir soñando con aquella buena mesa, aquellos suculentos manjares y la extraordinaria compañía de buenos amigos que también tienen presto el bolígrafo para ver como hacen cuentas y sus sueldos le llegan a fin de mes.

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