Opinión

Represión a los cristianos

En la XLI Semana Española de Misiones en Burgos, el 25 de julio de 1987, el entonces rector mayor de los salesianos, Don Egidio Viganó, uno de los salesianos de más talla del siglo XX, pronunció una conferencia con el título “La misión como testimonio y martirio”, y con profundidad abordó el tema del martirio. “Con el término ‘martirio’ -comenzó diciendo-, entiendo el gesto supremo de amor de quien da la propia vida en participación al sacrificio de Cristo. Con esta oblación de sí, el creyente se asemeja al Maestro que acepta libremente la muerte para la salvación del mundo y se conforma a Él en la efusión de su sangre. Para hablar de verdadero martirio cristiano hay que referirse siempre a Cristo: Él es ‘causa y modelo de todo martirio’. En Él y con Él el martirio es la máxima prueba del amor de caridad. Ya la ‘Lumen Gentium’ afirma que el martirio es un don excepcional”. 

Muchas veces atribuimos la palabra “mártir” a personas que han dado su vida por un ideal, por una causa que puede ser muy noble pero nunca es un mártir en el sentido primigenio de la palabra. Más de 3.000 personas murieron en 2017 a causa de su fe, según el informe de Puertas Abiertas, lo que supone un incremento de más del 50% respecto al año anterior. En pleno 2018, ser cristiano en algunos países puede significar vivir en la clandestinidad o directamente penas de cárcel. Mientras hay libertades en algunas partes del mundo, en otras, el derecho a la libertad de culto se reprime y se castiga.

Uno de cada doce cristianos en el mundo sufre persecución y alrededor de 215 millones son oprimidos por su fe. Los cristianos asesinados por sus creencias ha subido hasta 3.066, dos de ellos en Alemania (refugiados cristianos). El año anterior, la cantidad de fallecidos fue inferior a la de años anteriores –1.207 frente a los 7.106 de 2015–; 2.000 personas fueron asesinadas en Nigeria; en la República Centroafricana, 500; en el Congo, 136. El cuarto país más mortífero para los cristianos es Egipto.

Llama la atención a algunos que la Iglesia eleve a los altares a muchos de ellos en un acto de suma justicia lejos de la politica que lo único que hace es, tras largo minucioso y personalizado examen, declarar públicamente su santidad y que llegan a los altares por ser ejemplos a seguir por entregar su vida y su sangre. El primer mártir ha sido Cristo y tras Él, millones a lo largo de veinte siglos. Los ataques contra iglesias coptas por parte del Estado Islámico así como asesinatos por parte de islamistas individuales han marcado la realidad, que suponen el 10% de toda la población egipcia. En plena Semana Santa, dos iglesias coptas sufrieron ataques con explosivos; como consecuencia, 45 personas perecieron y unas 80 resultaron heridas. Hay otros diez países en el rango de persecución extrema: Afganistán, Somalia, Sudán, Pakistán, Eritrea, Libia, Iraq, Yemen, Irán e India. Las únicas buenas noticias son que Tanzania deja de estar en la lista (33º en 2017) y Siria desaparece de los diez primeros puestos (15º) debido a la reducción de yihadistas del Estado Islámico.

En la Guerra Civil española, en la Iglesia han sido obispos, sacerdotes, seminaristas religiosos y religiosas, monjas y monjes de clausura y seglares los que vilmente fueron asesinados por ser creyentes. Y estos son hechos ciertos y constatables. 

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