Opinión

Lo que roban algunos estudiantes

El primer día de clase siempre tengo la costumbre de preguntar a qué hora se levantan y a qué hora se acuestan sus padres. Inocentemente responden y más o menos salen de la cama a las siete de la mañana y hasta media noche nunca vuelven a ella. Pues bien, les digo, ¿sabéis que desde que se levantan hasta que se acuestan están trabajando para que vosotros podáis comer bien, vestir al día y divertiros también, e incluso para pagar vuestro colegio y vuestros vicios muchas veces? Al principio lo escuchan con cierto escepticismo pero van cayendo en la cuenta de que es verdad.

Por eso les concluyo que ellos robarán el dinero a sus padres si vienen al colegio solamente a calentar la silla, ver a los amigos y poco más. De trabajar, algunos más bien muy poco. Y eso, les digo, es robar. Robáis a vuestros padres siempre que vuestro trabajo y estudio sea mínimo. Así de claro aún cuando a algunos les cueste asimilar en la práctica. Procurad, concluyo, robar poco a vuestros padres que se sacrifican y trabajan para vosotros que muchas veces sois una pandilla de vagos. Y robáis cuando en vez de estudiar dedicáis el tiempo al ordenador, a la música y a los célebres pinganillos que embotan, distraen e impiden la necesaria concentración.

Estamos al comienzo de un curso y convendría que todos tomásemos en cuenta nuestra ineludible responsabilidad, también los jóvenes que frecuentan las aulas para ser algo el día de mañana. Tratando de ir a más siempre como pone en el frontispicio de un colegio de A Coruña: “Memento Ascendere Semper” (MAS). Acuérdate de ir a más siempre, de luchar siempre y esforzarse en cada momento. 

Recuerdo un alumno que era brillante intelectualmente y que se conformaba solo con aprobar cuando podría llegar al sobresaliente. Con esta política, cuando hizo la selectividad y quiso elegir una carrera y la nota nunca le llegó a la requerida y tuvo que conformarse con lo que quedaba. Se lamentaba después con el paso de los años.

En el fondo, lo que necesitaría asimilar la juventud de hoy es un plan de vida, guiado por una escala de valores que situase a cada cosa en su sitio para poder llegar al final y rendir según sus facultades. Lo demás es perder miserablemente el tiempo. Y, por desgracia, hoy en día nuestras aulas dan cobijo a algunos que van allí a pasar el tiempo mientras sus padres se esfuerzan para hacerles personas de provecho. Pero de poco valen los esfuerzos de los progenitores si, por otra parte, ellos se dedican a la buena vida y a vivir que, como alguno dice, “son tres día y uno más para pagar impuestos”…

Al comenzar un curso se necesita arrojo, ánimo, fuerza e ilusión para afrontar sin desmayos el reto que supone asimilar las materias que, para su formación, programa la enseñanza. Lo demás, el desorden, la desgana y la vagancia, va a pagarlo el día de mañana la misma sociedad.

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